El conseller de Economía de la Generalitat, Andreu Mas-Colell, está anonadado con la petición que le llega desde los aledaños de la vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, para que la institución catalana dé una vuelta de tuerca aún mayor en la reducción del déficit.
El plan presentado por la Generalitat a Madrid contempla una reducción del gasto de un 10% en 2011 que, en términos absolutos, representa un recorte de 2.600 millones de euros. Sin embargo, la contrapropuesta que ha recibido se multiplica por 2,2, hasta los 5.800 millones.
“Es del todo imposible” afirma Mas-Colell que se queja de la mecánica de comunicación que utilizan desde el Ministerio usando canales públicos, verbigracia los medios, en lugar de la comunicación directa, y privada, entre las partes. “Pero si quieren hacer servir esa vía, también nosotros la utilizaremos”.
“El ajuste –como le gusta calificar los recortes al conseller-, tal como lo hemos planteado, ya va a ser muy difícil”, comenta y ve “innegociable” la cifra propuesta, más si cabe teniendo en cuenta que el Estado debería hacer frente al pago de los 1.400 millones del Fondo de Competitividad y traspasar los edificios de la Seguridad Social, temas que Salgado a decidido postergar más allá de las próximas elecciones generales.
Por otro lado, Mas-Colell advirtió que “me niego rotundamente a maquillar las cuentas”, en referencia a algunas insinuaciones que le han llegado para poder avanzar en la negociación.
El malestar en el Ejecutivo catalán es evidente y se evidenció en la conferencia que su presidente, Artur Mas, realizó en Madrid el pasado lunes, sin estridencias pero con firmeza.