Terminar un Maratón es algo para toda la vida. Un gran reto, satisfacción, nos llenamos de confianza, estamos muy muy contentos ... pero no es fácil. En verdad, si fuese fácil perdería toda la gracia.
Como casi siempre la gente se fija en el final, la llegada a la meta, la medalla, es decir, la parte buena. Pero para llegar ahí hay un trabajo detrás enorme con muchos sacrificios.
El entrenamiento no es fácil, dura mucho y se puede hacer duro y monótono.
Lo ideal es hacer entrenamiento de fuerza para fortalecer los músculos. Esta parte la descuidan muchos corredores y es muy importante. Luego tenemos las salidas por pulsaciones, las series y como no, la salida larga.
Posiblemente lo más pesado es la salida larga, sobre todo si la hacemos solos. Lo normal es que así sea a no ser que estemos apuntados a un club o "engañemos" a algún amigo para que corra la misma maratón que nosotros.
Esta salida larga es clave. No hay que hacerla rápido, simplemente hacerla para que el cuerpo se acostumbre a estar mucho tiempo corriendo.
¿Qué haces durante 3 horas corriendo solo?, ¿en qué piensas?, ¿qué música escuchas?. Puedes llegar a odiar las canciones que tanto te gustaban de escucharlas una y otra vez. Puedes llegar a cansarte de motivarte y verte cruzando la meta en la maratón a la que has apuntado. Te pueden doler las piernas o sentir impotencia porque sabes que no vas a dejar de hacer el entrenamiento, no vas a parar.
Pero lo que está claro es que terminarás el entrenamiento, cruzarás la meta en la Maratón y lo recordarás toda la vida. Un recuerdo que te hará saber que conseguirás cualquier cosa que te propongas.