Las previsiones meteorológicas no eran demasiado halagüeñas, ya que un potente anticiclón situado cerca de las Islas Británicas era el responsable de que muchas de las aves marinas permanecieran alimentándose en esas aguas y no tuvieran la necesidad de viajar hacia el sur. Además, los viento de componente este que soplan casi continuamente desde hace varios días no son los más favorables para la migración.
Cuando llevábamos varias millas navegando, los peores presagios se hicieron realidad. Salvo algún alcatraz solitario y unas pocas gaviotas, la mar parecía desierta. Tuvimos que esperar hasta llegar casi a las 15 millas de costa para ver las primeras pardelas, en este caso un par de Pardelas capirotadas (Puffinus gravis). Pero a pesar de esas apariciones esporádicas, sólo la presencia de un pequeño grupo de delfines comunes nos despertó durante unos minutos de la monotonía de la travesía. Lo que no sabíamos aún, era que lo mejor estaba por llegar, y cuando menos lo esperábamos.
Llegamos a casi 25 millas y salvo algún ave dispersa, seguíamos sin encontrarnos con los grandes grupos de marinas o con grandes cetáceos, así que decidimos dar la vuelta y volver a tierra. Habíamos salido bastante lejos y quedaban por delante muchas horas de navegación hasta llegar a puerto. Ni siquiera los Págalos grandes, que nunca fallan, habían aparecido.
Cuando pensábamos que nos iríamos con las manos vacías, en la estela del barco apareció una pequeña gaviota y alguien cantó el nombre que todos estábamos esperando. Una gaviota de Sabine, que personalmente creo que es la gaviota más bonita de las que podemos ver en nuestras aguas, volaba lejos y apenas se acercaba. Al poco desapareció y tuvo que pasar casi una hora hasta que se acercaran al barco y se dejaran ver a placer.
Curiosamente, cuanto más nos acercábamos a costa más aves marinas aparecían. Poco después de ver las gaviotas de Sabine, que nos siguieron acompañando durante varias millas, apareció un págalo joven, que Jesús Menéndez, gracias a su experiencia y a sus cientos de horas de observación desde costa y desde embarcación, identificó rápidamente como un joven de Págalo rábero.
El diseño barreado del obispillo y el la proporción de blanco en las alas eran caracteres diagnósticos para diferenciarlo de los págalos parásitos.
A medida que nos íbamos acercando a la costa, el número de aves marinas iba aumentando y fueron apareciendo mas especies, entre ellos los págalos grandes (Stercorarius skua), que sorprendentemente no habían aparecido hasta entonces.
Nada más llegar, dejaron claro quién era el que mandaba en la zona y se dedicaron a acosar a las gaviotas patiamarillas, delatando su presencia sólo con fijarse en cómo se levantaban los grupos de gaviotas tras los ataques de estas imponentes aves marinas.
Sólo los págalos pomarinos faltaron a la cita, ya que varios Págalos parásitos, de todas las edades y tanto de fase clara como de fase oscura, se acercaron al barco, en ocasiones a tan sólo un par de metros de cubierta, lo que nos permitió que pudiéramos fotografiarlos a placer.
Entre las pardelas, aunque no las vimos en grandes números, aparte de las Pardelas capirotadas, pudimos ver varias Pardelas sombrías (Puffinus griseus), Pardelas cenicientas (Calonectris diomedea) y Pardelas baleares (Puffinus mauretanicus).
Cuando ya estábamos a escasas millas de la costa, tanto el número de gaviotas patiamarillas como de alcatraces (Morus bassanus) aumentó considerablemente, volando alrededor del barco y tirándose en espectaculares picados a nuestro lado.
Los ejemplares adultos sólo aparecieron al final, siendo mucho más abundantes los jóvenes, tanto los de este año como los de dos y tres años. Muchos de ellos nos acompañaron hasta que entramos en el puerto, cuando se fueron uniendo al grupo las gaviotas locales y otras aves más costeras como los cormoranes grandes. Lo que si nos sorprendió a todos fue la ausencia durante todo el viaje de paínos, ya que no llegamos a ver ni un sólo ejemplar de ninguna de las especies que se podrían ver en estas fechas.
Cuando finalmente llegamos al pantalán desde donde habíamos salido hacía casi 9 horas, no podíamos disimular nuestra satisfacción y nuestra alegría, sobre todo después del mal comienzo del día y de las malas previsiones. La mar nunca dejará de sorprendernos.
El recuento final de lo que vimos en la salida os lo dejo a continuación, gracias a Jesús Menéndez y Germán Ibarra, que tuvieron la paciencia de apuntarlo (en orden de aparición desde la salida de puerto hasta el regreso):
AVES- Martín pescador: 2- Gaviota reidora: 3- Ostrero: 1- Cormorán moñudo: 1- Collalba gris: 2- Mosquitero (sp.): 1- Cormorán grande: 5- Alcatraz atlántico: > 50- Gaviota patiamarilla: > 150- Pardela sombría: 16- Gaviota de Sabine: 5- Charrán (sp.): 6- Pardela (sp.): 1- Pardela balear: 5- Págalo parásito: 4- Gaviota sombría: >67- Bisbita común: >20- Pardela cenicienta: 4- Fumarel común: 1- Petirrojo: 1- Págalo grande: 5- Págalo rabero: 3- Charrán común: 5- Garza real: 4
MAMÍFEROS- Delfín común: 5-7
Además de poder disfrutar de todas estas especies, fue una gozada compartir el día con muchos amigos: Xurde (que organizó la expedición. Gracias Xurde), Chus Landeira, Pablo Miki, Gilberto, Germán, Jesús Menéndez, Xuanín, Amador (siento no acordarme del nombre del resto de la tripulación)
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