Por mi anterior post sabréis ya de mi reciente (y sorprendente) afición a correr. Estos últimos días la lluvia no invita mucho a salir a la calle, así que después de un par de tardes de sofá y tablet ayer decidí volver al gimnasio después de casi dos meses dedicándome solo a correr. Me planteé la sesión como una forma de analizar los cambios de estos casi dos meses: qué he podido mejorar corriendo y, qué he podido empeorar en otras actividades que he dejado abandonadas (en este caso, en distintos ejercicios con pesas).
En la cinta el avance es más que evidente. Antes de empezar a correr por la calle los ejercicios en cinta los hacía a un ritmo de 7 minutos/kilómetro. Sin sudar, tranquilamente, pero era como un techo psicológico. Ayer hice tres series buscando los nuevos límites. En la primera: 10 minutos empezando a 9,5km/h y subiendo poco a poco hasta 11. Buenas sensaciones, podía haber hecho casi todo el ejercicio hablando con alguien de lo desahogado que iba. En la segunda serie me propongo 8 minutos a 6 min/km (el objetivo para antes de marzo es 5 km a ese ritmo) y lo hago también bastante desahogado. Total, que me invento una tercera serie, como dirían Les Luthiers: “fueeeeeeeera de programa”. Solo un kilómetro, me digo, pero a tope. Resultado: 5.17 minutos. A finales de noviembre lo hacía en casi 2 minutos más: he mejorado mi tiempo en un 25%. Eso si, en noviembre lo hacía sin sudar y ayer me pegué una buena paliza.
El otro tema que quería tantear eran las pesas, que llevaba todo este tiempo sin tocar y en lo que posiblemente hubiera empeorado. En noviembre levantaba 40 kg y ayer, con la idea en la cabeza de buscar el límite, me atreví con 45. Sin problema. ¿Probamos 50? Bien, con margen. Pues vamos a intentar 55. Esto costó más, pero hice la serie completa. Resultado: los resultados han mejorado un 37% sin entrenar, solo explorando hasta dónde llegaban mis capacidades.
Como todo, la elección entre quedarse en la zona de confort o explorar la zona de aprendizaje tiene ventajas e inconvenientes. Ahí está la decisión personal de dónde queremos estar y qué queremos conseguir. ¿Valoramos la seguridad y comodidad por encima del progreso? ¿O preferimos tener nuevas experiencias aunque eso nos cueste algún esfuerzo extra? Nosotros decidimos.
Ventajas Inconvenientes
Quedarse en la zona de confort
- seguridad
- comodidad
- tranquilidad
- rutina, monotonía
- falta de progreso
- impide reaccionar
Salir de la zona de confort
- nuevas experiencias
- aprender
- explorar
- identificar nuestro verdadero límite: autoconocimiento
- incertidumbre
- mayor esfuerzo
- miedo
- riesgo de fracasar
Trasladando estas reflexiones al ámbito profesional, para salir de la zona de confort tendremos que recurrir a conceptos como la formación, la innovación, el emprendizaje, la petición de feedback, los planes de mejora, actualizar los objetivos, explorar, agitar la red, incluso acercarnos a los sus límites para explorar otras redes, dudar de lo establecido, tener curiosidad, tolerar la incertidumbre, autocrítica, autoexigencia, reflexión sobre el futuro… Cada uno de ellos da para un post, o para un comentario. Así que mientras llegan vuestros comentarios, os dejo este vídeo que me ha parecido que explica muy bien el concepto de zona de confort.
Fotos: noodlepie, Morphicx