Salir de marcha tras ser madre

Por Titiroca

Aún recuerdo la primera vez que salí de marcha tras ser madre. No ha habido muchas más ocasiones así que es fácil acordarse. Al menos en lo que se refiere a salidas nocturnas de las de antes. ¡¡Qué tiempos más felices!! Sin responsabilidades, sin mirar el reloj, sin dependencias… (sí, y sin lo mejor de mi vida, pero dejadme anhelar por un segundo).

Fue la primera Navidad de la pequeñaja, cuando tenía 6 meses. Nos juntamos 5 amigas para cenar y tomar algo.

Necesitaba desconectar de todo pero me sentía rara después de medio año con una vida muy “diferente”.

Pensé que lógicamente me preguntarían por la niña y no quería con ello acordarme de que yo estaba por ahí sin ella en vez de quedarme en casa. Ella iba a estar con su padre, ya dormida, bañada y cenada pero no era suficiente; al menos cuando son pequeños (y no tan pequeños) tienes la sensación de que contigo es con quien mejor están… ¡Mierda! ¡¡otra vez el sentimiento de culpa inherente a la maternidad!! Esta parte no viene explicada en los libros de madres. ¡¡Grr!!.

Vamos, que fue coger un taxi y ya estaba mi cabeza venga a pensar… Joder! si aún no estaba ni a 5 kms de casa y ya estaba así…

Llegué la primera y para esperar hice lo que NO hay que hacer si vas a salir de marcha: escribir al padre preguntando por la niña. ¡ERROR! Parecía novata y lo era. No había pasado ni media hora desde que me había ido. El sentimiento de culpa iba en aumento…

Al llegar mis amigas y pasar los primeros 5 minutos de interrogatorio sobre la vida como mamá ya me fui calmando. Hablamos de todo. Como siempre: ligues, marujeos, trabajo (porque siempre hay alguien con un jefe inútil, no falla), viajes. ¡Por fin! una conversación de adultos, vanal.

Tras la cena, unas copas en un bar cerca.

Ahí volví a pecar de primeriza: escribí otra vez al padre. ERROR. Esto de salir de marcha tras ser madre era más difícil de lo que pensaba.

Salí a la calle con una amiga porque me empecé a agobiar… y de repente se acerca un chico bastante ebrio y nos cuenta que va a ser padre. ¡Pero bueno! ¿No voy a poder olvidarme por un rato de mi bebé? Parecía que el mundo estaba conspirando en mi contra. Entre eso y mis errores de novata…

Al final, con el tiempo, me he dado cuenta de que jamás voy a poder dejar de pensar en mi hija. Sólo hay que aceptarlo y no sentirse mal por hacer tu vida, porque al fin y al cabo los hijos se irán y harán su vida. No podemos ni debemos centrar la nuestra en ellos y, todos necesitamos desconectar y tener momentos para nosotros.

Al día siguiente, la naturaleza me recordó que ya no tenía 20 años y que… lo bueno fue que la excusa para no salir tanto de marcha siendo madre ya no sería el bebé, si no la resaca del día después…