Salirse del guión

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Pues acaba un año más señores. 2017 ya es casi historia y 2018 enseña la patita lleno de expectativas, incertidumbres, ilusiones, miedos, esperanzas...

Cada año le doy una vuelta a este planteamiento un tanto ridículo que tenemos de hacer balance, de tener propósitos, y cada año llego a la conclusión de que, igual que cerramos un capítulo, un proyecto, un trimestre (se nota que habla una autónoma), necesitamos cerrar etapas y el fin de año nos ofrece una justificación perfecta para ponerle un sello y dar carpetazo a 365 días. En cuanto a lo de los propósitos, ¿qué sería del ser humano sin objetivos, por pequeños que sean?

Pues bien, como he dedicado unas cuantas entradas de este blog a hacer balance en el último año hoy quiero centrarme en las metas, en la meta, porque los plurales con respecto a este tema me dan la sensación de que soy muy ambiciosa. Mi intención en 2018 es salirme, en la medida de lo posible e incluso cuando crea que no lo es, del guión. Quiero que 2018 me pille con el pie cambiado, que me obligue a desviarme del camino seguro, de ese que conozco de memoria y me lleve a rincones desconocidos, de esos que dan miedo al principio pero luego enriquecen. Me gustaría tener valor, en 2018, para salir de mi zona de confort, para adentrarme en territorio comanche con el corazón a mil por hora mitad por temor mitad por curiosidad. Desearía que el año que empieza en unas horas me lleve a moverme, porque sin movimiento no hay vida.

Los hombres, que estamos vivos gracias a que hemos aprendido a adaptarnos a los cambios, nos hemos convertido en animales de costumbres que zozobramos a la mínima y nos atiborramos a ansiolíticos ante la menor situación de estrés, cuando no nos pasamos la vida quejándonos de nuestro día a día sin hacer nada para cambiarlo. Hemos hecho del inmovilismo nuestra forma de vida.

Así es que, sin duda, mi deseo para 2018, y por ende el que les deseo a todos, es que se salgan del guión. Lo agradecerán. ¡Feliz Año!