Pier Paolo Pasolini nos invita a realizar un periplo al infierno. Obra brutal, repugnante e inquietante, nos sacude y nos detona una bomba en las entrañas. Lo que busca el director italiano es que abramos los ojos a los abusos del poder y en el fondo a la cosificación del ser humano convirtiéndolo en un objeto sin alma, sin sensibilidad; instrumentalizándolo hasta reventarle los sesos. Para ello, se arma de un bagaje impresionante de conocimientos tanto literarios como filosóficos y fílmicos. Afirmó siempre sin ambages, -característico en esta personalidad impetuosa y contradictoria- sobre la dureza del filme y su predilección por esta obra maldita. Aparecen como demonios en el firmamento: Dante, Nietzsche, Sade, Klossowski y Lautrémont para dar carta de legitimidad –a veces pervertida- a los excesos y las aberraciones. Saló, ubicada en el norte de Italia, fue una república creada por Mussolini y Hitler. Ahí vivió Pasolini, siendo testigo de distintas atrocidades –mataron a su hermano cerca de esta capital ficticia- y presencia ante los excesos de la fuerza. Más de 7000 personas fueron masacradas en ese lugar dantesco y abyecto. Luzbel a sus anchas en una tierra sin dios. El lado obscuro y macabro del ser humano en el reino de las tinieblas. El infierno son los otros. Esta pieza fílmica vilipendiada, criticada, apabullada no tiene cuarteaduras ni abolladuras. Es una prueba de que no ha perdido ni un ápice de su propuesta. Lamentablemente no ha envejecido y su vigencia nos espanta. Puedo atreverme a decir que fuera de las innovaciones de Godard o Vigo e incluso de algunos experimentalistas, con esta película el cine da un vuelco. Es sin lugar a dudas, una de las películas más impactantes e innovadoras a nivel conceptual de la historia del cine. Su planteamiento filosófico, su guión impecable, el manejo de cámara con la técnica pasolineana, es decir: actores no profesionales, minimalismo en el encuadre con cierta influencia de Bresson, el no salirse del mismo, no usar el plano secuencia por cuestiones de posturas estéticas, fotografía tenebrista, música exquisita y filmaciones de exteriores que contrastan con la truculencia de la obra, hacen de ésta un referente del cine que nos hace pensar y nos inquieta. Se lanza entonces una pregunta que nos confronta y nos arrincona: ¿Qué harías si se te permitiera hacer con alguien lo que te viniera en gana? No habría restricción de ninguna especie. La ley no te castigaría, tendrías total impunidad para hacer y deshacer sobre la persona en cuestión. Es una interrogante que nos lanza Pasolini como un petardo a nuestro círculo de confort. Somos también animales capaces de practicar crueldades inexplicables e indescriptibles. La banalización del mal en todo su dolor, en todo su espanto, en toda su desnuda crudeza. Después de finalizar la filmación, Pasolini es asesinado brutalmente por una horda de sicarios. Un día antes había concedido una entrevista en donde expresaba su temor de ser maltratado: siamo tutti in pericolo, el título y la expresión del maestro. Premonición cumplida en forma salvaje y que no le va a la saga a su último testamento fílmico. Lo mataron por ser una conciencia molesta para los poderes establecidos. Lo eliminaron porque fue incansable para denunciar las injusticias y los excesos de la gente pudiente sobre los más oprimidos. Empero, su obra permanecerá, especialmente Saló para denunciar a esas estructuras del poder y para poner en evidencia el carácter fatídico del consumismo y la enajenación del hombre. Decía que la televisión era peligrosa y que la validación de los discursos demagógicos era perversa. Al mirar su foto, cuando lo mataron, sentí un dolor intenso en el corazón. Lo destrozaron. La cara otrora poderosa, como un centurión romano, desfigurada por los golpes de la insensatez y la venganza. Arriba Pasolini, director anarquista, conciencia pensante. No te pueden doblegar esos esbirros chatos y cretinos. ¡Jamás tocaron tu corazón!Saló o los 120 días de SodomaPier Paolo Pasolini, Italia, color, 111 min. 1975
Por Frater Ignatius
Pier Paolo Pasolini nos invita a realizar un periplo al infierno. Obra brutal, repugnante e inquietante, nos sacude y nos detona una bomba en las entrañas. Lo que busca el director italiano es que abramos los ojos a los abusos del poder y en el fondo a la cosificación del ser humano convirtiéndolo en un objeto sin alma, sin sensibilidad; instrumentalizándolo hasta reventarle los sesos. Para ello, se arma de un bagaje impresionante de conocimientos tanto literarios como filosóficos y fílmicos. Afirmó siempre sin ambages, -característico en esta personalidad impetuosa y contradictoria- sobre la dureza del filme y su predilección por esta obra maldita. Aparecen como demonios en el firmamento: Dante, Nietzsche, Sade, Klossowski y Lautrémont para dar carta de legitimidad –a veces pervertida- a los excesos y las aberraciones. Saló, ubicada en el norte de Italia, fue una república creada por Mussolini y Hitler. Ahí vivió Pasolini, siendo testigo de distintas atrocidades –mataron a su hermano cerca de esta capital ficticia- y presencia ante los excesos de la fuerza. Más de 7000 personas fueron masacradas en ese lugar dantesco y abyecto. Luzbel a sus anchas en una tierra sin dios. El lado obscuro y macabro del ser humano en el reino de las tinieblas. El infierno son los otros. Esta pieza fílmica vilipendiada, criticada, apabullada no tiene cuarteaduras ni abolladuras. Es una prueba de que no ha perdido ni un ápice de su propuesta. Lamentablemente no ha envejecido y su vigencia nos espanta. Puedo atreverme a decir que fuera de las innovaciones de Godard o Vigo e incluso de algunos experimentalistas, con esta película el cine da un vuelco. Es sin lugar a dudas, una de las películas más impactantes e innovadoras a nivel conceptual de la historia del cine. Su planteamiento filosófico, su guión impecable, el manejo de cámara con la técnica pasolineana, es decir: actores no profesionales, minimalismo en el encuadre con cierta influencia de Bresson, el no salirse del mismo, no usar el plano secuencia por cuestiones de posturas estéticas, fotografía tenebrista, música exquisita y filmaciones de exteriores que contrastan con la truculencia de la obra, hacen de ésta un referente del cine que nos hace pensar y nos inquieta. Se lanza entonces una pregunta que nos confronta y nos arrincona: ¿Qué harías si se te permitiera hacer con alguien lo que te viniera en gana? No habría restricción de ninguna especie. La ley no te castigaría, tendrías total impunidad para hacer y deshacer sobre la persona en cuestión. Es una interrogante que nos lanza Pasolini como un petardo a nuestro círculo de confort. Somos también animales capaces de practicar crueldades inexplicables e indescriptibles. La banalización del mal en todo su dolor, en todo su espanto, en toda su desnuda crudeza. Después de finalizar la filmación, Pasolini es asesinado brutalmente por una horda de sicarios. Un día antes había concedido una entrevista en donde expresaba su temor de ser maltratado: siamo tutti in pericolo, el título y la expresión del maestro. Premonición cumplida en forma salvaje y que no le va a la saga a su último testamento fílmico. Lo mataron por ser una conciencia molesta para los poderes establecidos. Lo eliminaron porque fue incansable para denunciar las injusticias y los excesos de la gente pudiente sobre los más oprimidos. Empero, su obra permanecerá, especialmente Saló para denunciar a esas estructuras del poder y para poner en evidencia el carácter fatídico del consumismo y la enajenación del hombre. Decía que la televisión era peligrosa y que la validación de los discursos demagógicos era perversa. Al mirar su foto, cuando lo mataron, sentí un dolor intenso en el corazón. Lo destrozaron. La cara otrora poderosa, como un centurión romano, desfigurada por los golpes de la insensatez y la venganza. Arriba Pasolini, director anarquista, conciencia pensante. No te pueden doblegar esos esbirros chatos y cretinos. ¡Jamás tocaron tu corazón!Saló o los 120 días de SodomaPier Paolo Pasolini, Italia, color, 111 min. 1975
Pier Paolo Pasolini nos invita a realizar un periplo al infierno. Obra brutal, repugnante e inquietante, nos sacude y nos detona una bomba en las entrañas. Lo que busca el director italiano es que abramos los ojos a los abusos del poder y en el fondo a la cosificación del ser humano convirtiéndolo en un objeto sin alma, sin sensibilidad; instrumentalizándolo hasta reventarle los sesos. Para ello, se arma de un bagaje impresionante de conocimientos tanto literarios como filosóficos y fílmicos. Afirmó siempre sin ambages, -característico en esta personalidad impetuosa y contradictoria- sobre la dureza del filme y su predilección por esta obra maldita. Aparecen como demonios en el firmamento: Dante, Nietzsche, Sade, Klossowski y Lautrémont para dar carta de legitimidad –a veces pervertida- a los excesos y las aberraciones. Saló, ubicada en el norte de Italia, fue una república creada por Mussolini y Hitler. Ahí vivió Pasolini, siendo testigo de distintas atrocidades –mataron a su hermano cerca de esta capital ficticia- y presencia ante los excesos de la fuerza. Más de 7000 personas fueron masacradas en ese lugar dantesco y abyecto. Luzbel a sus anchas en una tierra sin dios. El lado obscuro y macabro del ser humano en el reino de las tinieblas. El infierno son los otros. Esta pieza fílmica vilipendiada, criticada, apabullada no tiene cuarteaduras ni abolladuras. Es una prueba de que no ha perdido ni un ápice de su propuesta. Lamentablemente no ha envejecido y su vigencia nos espanta. Puedo atreverme a decir que fuera de las innovaciones de Godard o Vigo e incluso de algunos experimentalistas, con esta película el cine da un vuelco. Es sin lugar a dudas, una de las películas más impactantes e innovadoras a nivel conceptual de la historia del cine. Su planteamiento filosófico, su guión impecable, el manejo de cámara con la técnica pasolineana, es decir: actores no profesionales, minimalismo en el encuadre con cierta influencia de Bresson, el no salirse del mismo, no usar el plano secuencia por cuestiones de posturas estéticas, fotografía tenebrista, música exquisita y filmaciones de exteriores que contrastan con la truculencia de la obra, hacen de ésta un referente del cine que nos hace pensar y nos inquieta. Se lanza entonces una pregunta que nos confronta y nos arrincona: ¿Qué harías si se te permitiera hacer con alguien lo que te viniera en gana? No habría restricción de ninguna especie. La ley no te castigaría, tendrías total impunidad para hacer y deshacer sobre la persona en cuestión. Es una interrogante que nos lanza Pasolini como un petardo a nuestro círculo de confort. Somos también animales capaces de practicar crueldades inexplicables e indescriptibles. La banalización del mal en todo su dolor, en todo su espanto, en toda su desnuda crudeza. Después de finalizar la filmación, Pasolini es asesinado brutalmente por una horda de sicarios. Un día antes había concedido una entrevista en donde expresaba su temor de ser maltratado: siamo tutti in pericolo, el título y la expresión del maestro. Premonición cumplida en forma salvaje y que no le va a la saga a su último testamento fílmico. Lo mataron por ser una conciencia molesta para los poderes establecidos. Lo eliminaron porque fue incansable para denunciar las injusticias y los excesos de la gente pudiente sobre los más oprimidos. Empero, su obra permanecerá, especialmente Saló para denunciar a esas estructuras del poder y para poner en evidencia el carácter fatídico del consumismo y la enajenación del hombre. Decía que la televisión era peligrosa y que la validación de los discursos demagógicos era perversa. Al mirar su foto, cuando lo mataron, sentí un dolor intenso en el corazón. Lo destrozaron. La cara otrora poderosa, como un centurión romano, desfigurada por los golpes de la insensatez y la venganza. Arriba Pasolini, director anarquista, conciencia pensante. No te pueden doblegar esos esbirros chatos y cretinos. ¡Jamás tocaron tu corazón!Saló o los 120 días de SodomaPier Paolo Pasolini, Italia, color, 111 min. 1975