Por Sergio Abraham Méndez Moissen
Los orígenes rebeldes de la salsa
En plenos años sesenta y setenta en Estado Unidos, en medio de la Guerra de Vietnam, la lucha de Ángela Davis, el nacimiento del Partido Pantera Negra, la lucha de Malcolm X y del reverendo Martin Luther King, estaba conformándose el movimiento chicano en los barrios bajos del Bronx. Los jóvenes puertorriqueños llamados a sí mismos como "nuyorricans" comenzaron a mezclar ritmos musicales para pelar por su propia identidad.
Allí los "nuyorricans" comenzaron a expresar su identidad cultural -ya que su país es un estado libre asociado-, por medio de la música. Por medio de la disquera Fania All Stars, las obras de Willie Colón, Héctor Lavoe, Larry Harlow, Ray Barreto, Cheo Feliciano y otros, comenzaron a realizar grandes tocadas de síntesis de son, rumba, chá chá chá, jazz y rock que dieron origen a la salsa brava.
En dicho movimiento musical se veían representados los jóvenes más marginados por el gobierno de Estados Unidos. Sus eventos de convertían en acontecimientos políticos. Basta escuchar algunas de las obras de Eddie Palmieri en rechazo a la guerra, el racismo, la avaricia, para entender que la cultura se convertía en una lucha política por la identidad. El movimiento llegó a Panamá con la música de Rubén Blades y a todo el Caribe y Colombia.
Andrés Caicedo: un beatnik salsero
Caicedo era todo un rebelde. Al terminar su obra se suicidó antes de los 26 años y pasó a la posteridad. Caicedo escribió "Que viva la música" un verdadero poema largo musicalizado por Ray Barreto, Richie Ray y Bobby Cruz que representa la más bella y genuina experiencia de síntesis entre la salsa y la literatura.
Caicedo pensaba que la salsa era una revuelta cultural al orden establecido y su literatura un vehículo de dicha rebelión. ¡Que viva la música!.
Sergio Abraham Méndez Moissen