Llegaba a Oviedo la gira de Christina Pluhar con el nuevo espectáculo de su formación, de esos que nunca dejan indiferentes pero con dudas sobre las reacciones del público tras la reprimenda de Sir John Gardiner (que supuso renovar los consejos en el programa).
La caja escénica acortada dejó los ingredientes bien servidos: una formación más allá del barroco, músicos completos capaces de ceñirse a Monteverdi dándole un toque actual sin perdernos nada del espíritu original, alternar con músicas tradicionales que suenan frescas y entremeses ligeros ante las llamemos "obras mayores", sin olvidarnos de las danzas teatralizadas de Anna Dego (realmente un espectáculo en sí con tarantellas y pizzica), la cocina resultó natural, ecológica y digerible para descubrimiento de muchos que ni siquiera han probado o conocían la larga trayectoria de la excelente tiorbista austríaca y sus apuestas aparentemente rompedoras pero que llegan a todos los públicos, especialmente aquellos sin complejos ni corsés, recuperando la juventud, o contagiándola, en las salas de concierto.