Salud psíquica y religiosidad

Por Maribelium @maribelium

Recientemente estaba escribiendo un capítulo de un libro, que tratará sobre la percepción contemporánea de la religión. Mi capítulo trata del tema de la relación entre salud psíquica y religiosidad. Según iba escribiendo trataba de mostrar la cara y la cruz del fenómeno. Intentando plantear si la religiosidad beneficia o perjudica la salud psíquica de las personas y viceversa, es decir, si la salud psíquica perjudica la manera de vivir la religiosidad. Sobre esto hay diversos estudios científicos, con resultados contradictorios, aunque son más los que muestran los efectos beneficiosos, para la salud física y mental, de la religiosidad y de la espiritualidad.
El tema parece complejo y me parece que su enfoque ha de ser multidisciplinar. Tanto dentro del alma humana, como dentro de las diferentes tradiciones religiosas, nos encontramos con luces y sombras. Hay grandes personas con grandes defectos, místicos que pecan de soberbia o de inflacción egoica, fanáticos religiosos y personas ejemplares dentro de las religiones, aunque también fuera. Paradójicamente, también es posible encontrar fanáticos ateos. Recientemente leí algo interesante al respecto, una reflexión y explicación en un blog sobre las técnicas del fanatismo ateo, que podéis ver aquí: http://linguapasseris.blogspot.com/2010/11/tecnicas-del-fanatismo-ateo.html 
Era algo que había intuido, pero no me había parado a pensar en ello, como  ha hecho el autor de este blog. Y me preguntaba, si hay fanáticos ateos, ¿por qué siempre les echamos solo la culpa a quienes son religiosos? Sabemos que también hay fanáticos del fútbol, la política o de cualquier otra cosa. Con lo cual, me pregunto si el fanatismo es un fenómeno propio de las religiones o del alma humana. Me inclino más por lo segundo, aunque las religiones hayan, en ocasiones, abonado el terreno en este sentido, en ciertas fases de la evolución de la humanidad. Probablemente, como dice Wilber, por la fase evolutiva del colectivo, en un determinado momento histórico, en el que dominaba el pensamiento mítico. 
En el capítulo señalado, al principio de este texto, acababa concluyendo que parece ser que la religiosidad aporta algunos beneficios a la salud psíquica, pero que éstos dependen de cómo se viva la experiencia, en relación con el nivel de madurez, coherencia personal, apertura a la realidad, al diálogo con los demás e incluso con el estado de salud mental, de quién tiene dicha experiencia. Por eso sería importante estimular la madurez de las personas, en adecuado equilibrio entre el respeto a su autonomía y libertad y la guía por parte de quienes están unos pasos más adelante en el camino. A su vez, también hay que tener en consideración que no todo el mundo está en un mismo estado de salud psíquica y que ciertos problemas de esta índole pueden interferir en la manera de vivir cualquier experiencia, lo que también es extensivo a las experiencias de índole religiosa y espiritual. 
Por lo tanto, me parece que optar por el respeto a las tradiciones religiosas de cualquiera, o no religiosas, o lo que sean de cualquiera, es una actitud sana, siempre y cuando éstas no incurran en el fanatismo o la intolerancia. Ya que tampoco me parece muy sensato ser tolerante con la intolerancia. En nuestros días, la intolerancia ha dado la vuelta a la tortilla y ahora se dirige, muchas veces, hacia quienes son espirituales o religiosos, que se acaban sintiendo raros entre sus semejantes. ¿Por qué hay quién se ha ido de un extremo a otro? Por qué el ser humano no supera sus fanatismos de cualquier índole y así consigue evolucionar un poquito más. Aunque el problema que puede surgir, puede ser el relativismo pluralista en el que todo vale, está a un mismo nivel y en el que cualquier perspectiva tiene la misma validez, esté o no planteada con criterio. ¿Hay alguna alternativa al relativismo pluralista y al fanatismo? 
Pues parece que una vez superados los fanatismos religiosos, a los humanos se nos cuela, por la puerta de atrás, la insania de la intolerancia, que se sigue aplicando contra cualquiera que sea un tanto diferente. Si es que los seres humanos somos un tanto incorregibles.
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