Parece mentira que un director de la talla de Oliver Stone haya hecho un producto mediocre como Salvajes (2012), ya que estamos ante un cineasta que ha mostrado su talento con excelentes trabajos como las dos partes de Wall Street y con la mítica Platoon (1986), en la que nos encontramos alguna de las mejores escenas de cine bélico de la historia. Al menos esta vez no se ha puesto de parte de líderes populistas sudamericanos como Evo Morales, el venezolano Chávez, Cristina Fernández de Kichner o el dictador Fidel Castro.
Este largometraje habla de un excombatiente de la guerra de Afganistán y su amigo hippie comprometido con proyectos solidarios. Estos dos colegas comparten a una misma chica y empiezan como traficantes de poca monta. Sin embargo, los problemas comenzarán cuando un cartel mejicano, que pugna con hacerse con el negocio en el sur de los EEUU, les proponga un trato con el que no estarán de acuerdo.
El reparto lo componen actores más desconocidos como Taylor Kitsch y Emile Hirsch junto a intérpretes más consolidados como Benicio del Toro y John Travolta, aunque el mayor peso dramático recae en la siempre atractiva, Salma Hayek y Blake Lively, que filosofa durante el transcurso de la proyección sin decir nada de especial.
El cineasta se muestra bastante crítico con las mafias que controlan el tráfico de drogas, aunque también culpa a los representantes de las instituciones del estado de la situación, dando a entender que toda la sociedad americana es culpable de esa lacra. De todas formas, tiene parte de razón, sobre todo, cuando cuestiona la ley estadounidense que permite que la policía proteja a delincuentes que, al convertirse en confidentes, se les “indulta”.
El realizador se sirve de escenas de un alto grado de violencia y de escenas eróticas, que se podía haber ahorrado porque poco aportan a la historia. Oliver Stone no pretende dejar en buen lugar a ninguno de ellos, pero en el fondo es muy patriótico con delincuentes, un detalle que llama a la atención. Se agradece su intento de humanizar a los personajes para darle mayor credibilidad.
Finalmente, habría que decir que la cinta es muy larga y tediosa. Las intervenciones en voz en off parecen excesivas. Los diálogos carecen de ingenio, pareciendo de relleno. No obstante, el doble final salva los muebles de una producción que en ningún momento llega a enganchar.