Ben y Chon son dos empresarios con un negocio muy próspero. Su producto no tiene rival en el mercado, cuentan con una clientela fiel y devota y se llevan muy bien con sus proveedores. Si la marihuana fuera legal, serían gente distinguida y respetable, pues elaboran un producto de calidad y natural que cuenta con una gran demanda de amplios sectores de la sociedad. Ben es licenciado en biología y en empresariales. Chon es un ex marine de las fuerzas especiales. Ben se encarga de la organización del negocio y de la parte empresarial del mismo. Chon fue quien trajo los primeros brotes de marihuana desde Afganistán y es el encargado de resolver, a través de la violencia, los escasísimos problemas de esta índole que les surgen. Porque uno de los grandes méritos de su planteamiento de una actividad comercial que siempre ha estado relacionada con la marginalidad y la delincuencia es haber sabido orientarse hacia gente poco conflictiva. Además, cuentan con un contacto en la DEA, por lo que las investigaciones contra ellos son inexistentes.
Pero esta situación idílica va a durar solo unos años. Las circunstancias hacen que el cartel de Baja, uno de las más importantes organizaciones de narcotráfico de México se fije en ellos e intente imponerles un acuerdo de colaboración. Ante su negativa, secuestrarán a Ofelia, la amante de ambos. Por una vez, Ben y Chon van a tener que dejar de lado sus buenas formas y comenzar una guerra de guerrillas contra una organización infinitamente más poderosa que la suya, por lo que deberán actuar a través de acciones osadas e inteligentes.
Acerca de Don Winslow, afamado escritor de novela negra, cabe decir que su escritura produce fascinación por su aparente sencillez, por la absoluta seguridad y dominio que exhibe acerca del mundo que está describiendo, del que parece tener un conocimiento de primera mano. Todo esto hace que su lectura sea muy ágil (el libro tiene más de cuatrocientas páginas, pero me duró escasamente dos días), estructurándose en capítulos cortos (algunos muy muy cortos). Principalmente, las novelas que Winslow dedica al mundo del narcotráfico sirven para denunciar la absurda situación de ilegalización de un producto con alta demanda, cuyo control cae en manos de bandas criminales que no tienen reparos en utilizar la violencia extrema para conseguir sus fines.
Oliver Stone ha realizado una versión estupenda de la novela. Muchas veces, después de una lectura placentera, su transposición en imágenes decepciona, porque uno no ha visualizado a los personajes como lucen en pantalla (aunque a veces, según transcurre el metraje, uno puede olvidar este detalle), pero en esta ocasión los actores responden perfectamente a lo que yo había imaginado, por lo que las dos horas de cine fueron como un repaso visual a la historia tal y como estaba concebida en mi cabeza. Mención especial para un Benicio del Toro absolutamente espectacular en un papel que debió ser un dulce para él: el asesino mexicano Lado y para John Travolta, cuyas breves apariciones hacen subir aún más enteros una película francamente redonda. Hay que decir que Stone juega con el final: ¿cual es el válido, el de la novela o el que el filme dice que es auténtico? Todo un juego narrativo que pasa de las páginas del libro al cine y transmite al espectador una sensación de ambigüedad muy propia de las mejores ficciones.