Dios te salve, Reina y Madre, de misericordia llena.Vida, esperanza y dulzura.Pastora de tus ovejas.A ti, virgen, suspiramosgimiendo y llorando penas,en este angustioso vallede lágrimas y miserias,donde estamos desterradoslos triste hijos de Eva.Ea pues, dulce Señora,Madre y Abogada nuestra,esos tus benignos ojos,a nosotros siempre vuelva,y después de este destierroen el Cielo nos lo muestra,a Jesús, fruto benditode tu vientre, hermosa prenda.A ti clamamos María,invocándote de veras,con el título amorosoque tan graciosa te ostentade vigilante Pastorade tus queridas ovejas,tu congregado rebaño humilde suspira y ruega,los auxilio de la gracia que por ti el Señor dispensa.!Oh, clementísima Aurora¡!Oh, piadosísima Reina¡!Oh, Dulce Virgen María¡Del cielo Pastora excelsa.Suplicad a vuestro hijomire por estas ovejas, que pastan en vuestros camposy con tu amor se alimenta.Y, pues, Vos sois su Pastora,tened cuidado con ellasque no se pierda ninguna, por el mar ni por la tierra.Rogad en fin, por nosotros,!Oh, Madre amorosa y tierna¡Para que seamos dignos
de conseguir las promesasde tu Hijo Jesucristoy gozad la gloria eterna.Amén, Jesús, con que acabo la Salve de esta gran Reina, diciendo: !Viva María¡en los cielos y en la tierra,esa Divina Pastora,por siempre alabada sea.
Cuando la Salve se aplicaba por algún enfermo, se le agregaba:
Y la salud de este enfermo,que promete ser tu oveja;Más si acaso la del cuerpono le tiene conveniencia,tu poder Pastora mía, puede hacer que le convenga;pero sobre todo, Madre,que no malogre la eterna.
Esta salve glosada se cantaba en la antigüedad