Salve Regina. La antífona (I)

Publicado el 21 junio 2011 por Maac @Elblogdemaac
 Castillo de Chantilly, donde se encuentra el manuscrito de nuestra Salve de hoy.
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. A ti clamamos, los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús,fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Amén.
El anterior texto es la traducción del "Salve Regina", una antífona católica del Breviario, la más famosa de las cuatro antífonas dedicadas a la Virgen María, que tiene su origen en el siglo XI y cuya autoría todavía no se conoce con certeza, vamos... que hay varias teorías de las que no me voy a hacer eco.
 Abadía de Fontevraud, donde se efectuó la grabación.
A lo largo de esta serie, que hoy comienzo, me he propuesto escuchar varias versiones de este cántico, comenzaremos por una versión medieval, la que grabaron el grupo Ensemble Organum y Marcel Pérès a finales de 2005 en la abadía de Fontevraud para el disco "Le chant des Templiers" (2006), dura aproximadamente 15 minutos, se trata de una pieza hallada en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, data del siglo XII  y era usada en las prácticas litúrgicas de los Caballeros Templarios. El manuscrito se encuentra actualmente en el Museo Condé (Castillo de Chantilly, a 60 km de París) tras ser comprado por Enrique de Orleans, duque de Aumale (1822-1897).  La Salve que presenta Pérès, con gran protagonismo de voces bajas, nos permite hacer un viaje en el tiempo tan fabuloso como largo y, a la vez, percibir no sólo la espiritualidad de esta música sino lo que de intemporal hay en ella, para mí hoy es totalmente vigente independientemente de su funcionalidad.

Salve, Regina, mater misericordiae,
vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exules filii Hevae.
Ad te suspiramus gementes
et flentes in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, advocata nostra, illos tuos
misericordes oculos ad nos converte.
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.
Ora pro nobis, sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.