El mundo de la ópera también tiene su Salve Regina, procede de un compositor que demostró que durante la segunda mitad del siglo XX todavía era posible componer óperas que capataran la atención del gran público y hacerlo con un lenguaje, si no revolucionario, si personal y moderno. Se trata de Poulen que en el final de la ópera Dialogues des Carmelites introduce un Salve Regina con una evidente y justificada carga dramática.Estamos en la Francia revolucionaria de 1794 bajo Robespierre, la última y más dura etapa del Reinado del Terror. Un grupo de carmelitas han sido condenadas a muerte por el tribunal revolucionario acusadas de rebeldía y sedición. Son conducidas en una carreta a la Plaza de la Revolución, van bajando de la carreta y se dirigen al cadalso cantando, conforme las monjas van siendo ajusticiadas el coro va reduciendo sus efectivos hasta que queda sólo una. La multitud congregada para presenciar las ejecuciones se dispersa y termina la ópera. Es uno de los finales de ópera más impactantes que yo recuerdo, parece imposible que de un momento tan trágico se pueda obtener tanta belleza.
El vídeo siguiente pertenece a la producción de 1999 en la Ópera Nacional del Rhin, Estrasburgo, que se realizó para celebrar el centenario del nacimiento del compositor, contó con la dirección escénica de Marthe Keller y musical de Jan Natham-Koening: