¡Salvemos la Gran Vía, salvemos nuestra cultura!

Publicado el 01 noviembre 2014 por Universo De A @UniversodeA

En 1910, se producía un acontecimiento que cambiaría la faz de Madrid para siempre, S.M. el Rey Alfonso XIII, firmaba el acta con la que se daba inicio a una calle que cambiaría de nombre según los múltiples (y muchos de ellos erróneos) vaivenes políticos del siglo XX, aunque para el pueblo, desde el principio sólo hubo una forma de llamarla, al principio pronunciado con amarga ironía, y algo más tarde, ya con cariño: la Gran Vía.

Su principio impopular tenía sus lógicas razones, se arrasaría una buena parte del Madrid más antiguo (con los consecuentes desahucios), los palacios de la calle de Jacometrezo desaparecerían para siempre, y montones de calles se esfumarían como si nunca hubiesen existido, y a saber cuantísimo patrimonio histórico-artístico se perdió por el medio… mejor no pensarlo. El progreso fue el manido argumento que se dio para la realización de tal obra, en su favor debemos decir que eran otros tiempos.

100 años después, paradójica e irónicamente, la Gran Vía ha conseguido convertirse en una lección de arquitectura del siglo XX, es historia viva; y una vez más, nos encontramos ante la misma disyuntiva que nuestros antecesores, pero ahora, es el momento de demostrar que hemos evolucionado y que hemos aprendido algo de nuestos errores pasados., ¿vamos a permitir que nos arrebaten nuestra cultura?, ¿vamos a consentir la desaparición de la Gran Vía?, ¿de verdad vamos a aceptarlo de nuevo?.

Quizás muchos aún no sepan de que estoy hablando, os informo, me estoy refiriendo nada más y nada menos que a la muy necesaria salvación de dos edificios emblemáticos de esta calle, de dos construcciones imprescindibles para la comprensión de su historia y de la nuestra propia: el Palacio de la música y el Edificio España.

Y es que, como si fuera aquella adaptada producción de hace unos años en el Teatro de la Zarzuela, el ayuntamiento de Madrid parece haberse propuesto derribar la Gran Vía, si es que la realidad siempre supera a la ficción… pero sólo en lo malo. Todo lo cual resulta especialmente sarcástico, especialmente después del desastroso programa de “Madrid otra mirada” dónde se proponía revalorizar el patrimonio de la capital, ¿pero esta gente nos está tomando el pelo?, ¡¿de qué van?!.

Vamos por partes:

-El Palacio de la música: hasta hace pocos años, precioso cine, sobre el cual aquí se defendió su uso como tal en todo momento, que parecía que resurgiría culturalmente (suerte de la que no gozó el también maravilloso Avenida, siendo sustituído por un hortera H&M), y tal intención existía por parte de Bankia, pero con la caída de la entidad bancaria (que asegura que de salvarlo, tendría que abandonar otros proyectos culturales como la reconocida e imprescindible Casa encendida; como si no hubieran hecho ya bastante cerrando la Casa de las alhajas), el edificio se encuentra en una situación cuanto menos difícil, de la que es evidente que el ayuntamiento no está dispuesto a salvarle.

Para horror y espanto de todos, otro templo de la cultura podría acabar reconvertido en un Mango.

-El Edificio España: esta edificación podría tener un destino incluso peor.

Durante años, la Plaza de España, que debería de ser uno de los epicentros de la capital, con uno de los conjuntos monumentales más hermosos de esta, siendo la culminación de la calle Bailén (con sus preciosas vistas del Palacio Real) y muy especialmente de la Gran Vía; siempre formando parte de los escenarios claves de importantes acontecimientos históricos recientes como la Boda y la Proclamación Real, ha estado vergonzosamente descuidada y en pésimo estado; no se entiende, como es posible que un lugar tan central, tan importante turísticamente, se encuentre en esas circunstancias.

Formando parte de tan desolador paisaje, el bello Edificio España era un ejemplo inmejorable de tal postal, uno de los edificios emblemáticos por excelencia de la capital, un rascacielos histórico, llevaba años cerrado y en perfecto descuido, todo gracias al banco Santander (bancos tenía que haber por medio).

Por ello me alegré mucho cuando supe de su compra por parte de un poderoso magnate chino, imaginé su pronta restauración y su merecida rehabilitación como edificio señero de Madrid… cruel y triste ingenuidad.

El magnate de turno, se ha dado cuenta de que le sale más a cuenta tirar todo el edificio que arreglarlo (sin mencionar la posibilidad de la creación de un gran aparcamiento y la peatonalización de la plaza, todo para este señor extranjero, que se ha debido de creer que está en su país natal donde todo vale si sobornas al camarada adecuado, y donde el concepto de “salvaguarda del patrimonio” les suena a chino, literal y figuradamente), el ayuntamiento, para disimular, le ha dicho que sólo si no tira alguna que otra fachada, no vaya a ser que la gente se dé cuenta de los pocos escrúpulos que tenemos… y en esas estamos, con los ecologistas puestos también en pie de guerra, y con toda la razón.

Ante ambos casos, el ayuntamiento está rebajando la protección que les había otorgado a estos dos edificios con la mayor naturalidad del mundo (pocas veces he visto tanto descaro y desvergüenza), y dando el habitual discurso de creación de empleo y mejora de la economía, ¿pero de verdad creen que vamos a tragar con una demagogia tan barata?.

No estamos hablando de una calle cualquiera, estamos hablando de una vía que ha sido tradicionalmente un centro de cultura, y no un montón de tiendas. A través de sus teatros, cines e incluso bares, y, lógicamente, de todos los importantes personajes históricos que frecuentaron estos lugares (y siguen haciéndolo), se ha creado la historia reciente de la capital e incluso del país, como bien han reflejado numerosas e influyentes obras artísticas una y otra vez, y es que una buena parte de nuestra historia no se entiende sin ella. Y no hay que olvidar que Hemingway la definió como una mezcla entre Broadway y la 5ª avenida, no como un centro comercial; y la primera, es la imagen que todos queremos seguir conservando siempre.

La Gran Vía debe seguir siendo un centro de cultura, un epicentro de Madrid que deslumbre con nuestra historia y carácter a todos aquellos que se acerquen a verla, un lugar para disfrutarlo, y no el sitio para la impía expansión de marcas globalizadas que sólo son pan para hoy y hambre para mañana, y únicamente afianzarán la decadencia del lugar, afeando y destrozando definitivamente la calle; ¡qué el arte y la belleza vuelvan a la Gran Vía, de donde nunca debieron salir!.

Pues bien, y recapitulando, nuestros antecesores no hicieron nada para que su patrimonio desapareciera, y ahora, tal vez una cultura básica de la que tanto podríamos aprender yace desaparecida para siempre; es nuestro turno, la Gran Vía nos da una segunda oportunidad para demostrar que hemos aprendido, que hemos sacado algo de nuestros errores pasados y que eso no nos volverá a pasar. Nuevamente, quieren destruír nuestra cultura y nuestra historia, quieren acabar con la Gran Vía, ¿¡vamos a consentirlo!?, desde Universo de A digo: ¡no!, y este blog se une una vez más, a otra lucha cultural en la que, como en anteriores ocasiones, esperamos salir vencedores.

Y por tanto, en todo lo posible, seguiremos informando del tema (probablemente a través de nuevos “post scriptum” en este mismo artículo) que esperemos que evolucione positivamente y para bien; y pido a todos desde aquí, que se impliquen todo lo posible en la salvación de la calle más icónica de la capital.

Universo de A se pone, así pues, totalmente a favor de salvar el Palacio de la música y el Edificio España, de socorrer a la Gran Vía que está pidiendo nuestra ayuda a gritos, no nos quedemos parados ante el hecho de que los intereses de unos pocos menoscaben los de todos, no consintamos que nuestos descendientes puedan recriminarnos la destrucción de una de las calles más emblemáticas de Madrid; porque, y nunca lo olvidéis, si pueden exterminar la Gran Vía, si permanecemos impasibles e indiferentes ante algo tan bárbaro como el aniquilamiento de un lugar tan representativo de Madrid, de tal icono cultural de la capital de nuestro Reino, nada estará ya a salvo de su intolerable, insaciable e implacable codicia, ¡salvemos nuestra cultura, savémonos a nosotros mismos, salvemos la Gran Vía!.