Como he podido regresar al hipotéticamente confortable sistema de programar algunas entradas con antelación, sé que este texto saldrá, seguramente, el viernes 9 o el sábado 10. Lo cual me permitirá repasarlo un par de veces y ver si ese par o tres de días que pasen se llevan a algún sitio ignoto parte de su significado.Barack Obama ha sido reelegido presidente de los Estados Unidos, merced a ese curioso sistema electoral. Y el tal Romney queda condenado a pegarse otro trastazo en cuatro años o a pasar al olvido de los perdedores. Como yo no tenía blog cuando fue elegido por primera vez, os diré que la repercusión de su primera elección hoy me parece ridícula. Ridícula su desproporcionada repercusión y ridícula la parafernalia que los medios organizaron con motivo de su elección. Al fin y al cabo, todo producto del estúpido sentimiento de superioridad de la raza blanca y del mundo occidental. Que hizo que se relacionara el acceso a la presidencia de los Estados Unidos de un varón de procedencia afroamericana con una especie de revolución que debía redundar en un cambio absoluto de los valores. Pues toma ya. Ni Obama ha podido cambiar tantas cosas ni era justo esperar que un político sea muy diferente que otros simplemente por el color de su piel. A pesar de lo cual los líderes del mundo seguirán corriendo a que les reciba, a que les dé la mano y muestre su fotogénica sonrisa hacia cámara.A pesar de lo cual yo sigo recordando que mencionó, en discursos, o entre sus gustos, dos enormes series como son The Wire y Entourage. Mejor: habló de Omar Little. ¿Le hace mejor el tener buen gusto para la televisión?. Nah. Patxi López, defenestradísimo lehendakari, tenía un aceptable gusto musical, y así le ha ido. A la gente le da igual que veas Aída y oigas a David Bisbal. No es por donde valorarán a un político. Puede que hasta piensen que si ves demasiada TV no trabajas lo debidamente a fondo para los que te han votado.Dos hechos. La vicepresidenta del gobierno español, repulsiva Soraya Saenz de Santamaría, intenta convencer a líderes de Iberoamérica para que la respalden en su oposición al proceso de independencia de Catalunya. Los que estáis ahí y leéis esto: ni puto caso, miente, engaña, disfraza las cosas y, lo que es peor, intenta evitar que millones de personas sean libres de decidir sobre su futuro. Mala pájara, la tipa ésta.Lo otro: por mucho que ahora va a hacer por disimularlo, Artur Mas se parece más a Romney que a Obama. Decir eso no significa que apoye a los que lo atacan como pretexto para atacarnos a los catalanes. El juego es más complejo: muchos catalanes no queremos la independencia al estilo que Mas la está planificando. La queremos de otra manera, muy diferente, más justa y más social, pero de momento dejaremos que el tipo se inmole y se pueda hacer un busto a medida para enseñarle a los nietos; parece que es lo que viene queriendo de toda la vida. Démosle ese gusto y después hagamos lo que nos salga de los cojones.