Película construida sobre el reclamo del protagonismo de Sylvester Stallone, Samaritan no es más que un conjunto de tópicos apresuradamente escritos y rodados aprovechando la moda del cine de superhéroes. Después de haber contado el ocaso de Rocky y de Rambo, personajes que ya forman parte de la mitología popular, ahora aborda también la decadencia de un superhéroe al que todo el mundo cree muerto y que vive oculto en un barrio marginal. La historia que cuenta Samaritan avanza a trompicones y el giro presuntamente imprevisto del final se veía venir casi desde el principio de la cinta. Tampoco ayudan demasiado al espectador a aclimatarse las interpretaciones. Stallone está muy correcto y digno, pero no se puede decir lo mismo del joven Javon Walton, al que se le ve como muy nervioso en pantalla. El guion trata un tema mil veces visto: el retorno del héroe que debe terminar un asunto que dejó pendiente en el pasado y el joven al que hace de mentor. Las escenas de acción, algo muy importante en este tipo de producciones, no están nada mal, sobre todo en cuanto a peleas cuerpo a cuerpo - que, por cierto, no suponen ningún reto para el protagonista - pero los efectos especiales, sobre todo cuando se nos muestra al final el incendio de un edificio, no están a la altura. Un vehículo para el lucimiento de Stallone que va a pasar sin pena ni gloria por el catálogo de Amazon. Si hubiera que calificar a esta película con un solo término podría decirse que es innecesaria.