Y Rockarte se metió con la animación del "Klossa Knapitatet" de los suecos Samla Mammas Manna, donde estos tipos revivieron de una manera novedosa una expresión de RIO como nunca se había escuchado; donde no solo logran encauzar su estilo, fino y extravagante a la vez, basado en el swing envolvente del jazz, sino que además le agregan los colores de la música folklórica y circense, algo de minimalismo vanguardista, y también una buena cuota de espíritu satírico de la onda del Tío Franky Zappa. Esta es una música distinta, alegre, que bien podría anima una joda donde todos están medios dados vuelta por el alcohol y otras porquerías, pero donde todos la pasan genial. Un disco que ya publicó hace mucho tiempo el Mago Alberto en el blog cabeza y hoy revive en este espacio gracias a la animación de Rockarte.
El traductor simultáneo de google del sueco al español me dice que el título de este disco es “rascar el botón”. Ellos sabrán que narices quiere decir en realidad, pero a juzgar por la música que aquí nos encontramos puede ser cualquier cosa.
Poner títulos raros, crear canciones con letras absurdas en inglés inventado es algo divertido que se hacía mucho por estas tierras cuando cantabas en directo porque sabías que nadie entendía nada y tu tampoco claro. Escribir letras de canciones con tal de que cuadre la métrica con la música, pero sin ningún significado literario, tiene el mismo efecto... que más da. Para mí los textos no tienen la menor importancia. En los 70´s todo el mundo se rasgaba las vestiduras con los “profundos” significados de las letras de Genesis, Yes, Pink Floyd, Jethro Tull, ELP o King Crimson o Van der graaf entre muchos otros, cuando en realidad se trataba de vacuidades literarias absurdas sin sentido. La traducción no ayudaba evidentemente, pero muchas ya en su origen parecían gilipolleces profundas de adolescentes que se habían fumado un porro o ingerido un LSD. Todos éramos muy jóvenes entonces. En realidad lo que interesa es la voz y por supuesto las maravillosas masas corales: es decir el sonido en concreto, las notas, el color, el timbre, los arreglos y el efecto emocional y esto último es fundamental. El texto es un ingrediente más, pero… si además por el contrario no hay un cantante competente la experiencia es todavía peor. Naturalmente no tenían malos cantantes los grupos mencionados lástima que su poesía era generalmente incomprensible y la mayoría de las veces terriblemente cursi y snob. Un texto literario jamás puede competir con la música instrumental. Años luz entre ambas cosas. Por resumirlo de alguna manera: me encantan algunas canciones, pero me es completamente indiferente lo que digan.
Samla Mammas Manna no es el único grupo en el que el significado de los textos no tiene ninguna importancia. Zappa no hizo ni una letra en su sano juicio, (guarrerías muchas) ya que solo pretendía el efecto, al igual que las tonterías absurdas escritas por todos los grupos de Canterbury y prácticamente por igual toda música libre de ataduras. Recordemos el idioma inventado por Vander y sus Magma. La voz es un instrumento más. Debe serlo y la literatura no tiene por qué inmiscuirse. Curiosamente como ejemplo la gente que va a la ópera (teatro cantado) es incapaz luego de escuchar una sinfonía y viceversa porque a muchos que nos gusta la música clásica no soportamos más de 10 mtos de gritos y espasmos dramáticos. No soy el único que lo piensa y no pretendo estar de acuerdo con la mayoría, pero tras muchos años así lo veo.
Y bueno que tenemos aquí… pues música irreverente y divertida que pasa de la polka (iba a decir la polla) al rock circense con melodías folklóricas del bar más próximo donde por casualidad se ha extraviado un músico de jazz complejo al que le ha hecho gracia la cuadrilla de mangurrianes (palabra aragonesa que no necesita explicación) y se ha unido a la fiesta. Que fino es el hilo que une la vanguardia intelectual con el gañán cachondo. Pero ojo que la música es compleja y el tonto del pueblo es un actor más. La guitarra de Apetrea, el piano de Hollmer, el bajo de Krantz y los drums de Bruniusson hacen lo que les da la gana porque saben lo que se traen entre manos. Las piezas como siempre pasan de breves pasajes a complejos diálogos que se suceden a capricho entre ocurrencias graciosas, frívolas, jocosas y surrealistas, con música sumamente elaborada que a veces en su conjunto pasa desapercibida por las ganas de juerga de los músicos.
Un tercer álbum inclasificable que solo los amantes de las madres de la invención sabrán valorarlo en su justa medida y por supuesto también todos aquellos que ya hayan pasado la frontera de ciertas músicas más convencionales. Como todo lo particular lleva su tiempo de dedicación y perded otro tiempo en escucharlo que a fin de cuentas la mayoría ya lleváis mucha música en la cabeza. No obstante, si os parece horrible lo entenderé también of course.
A continuación, la animación que impulsa este posteo...
Si no podés ver la animación, venite acá:
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