Sammy Gravano: Un testigo contra la Mafia

Publicado el 12 mayo 2019 por Carlosgu82

Sammy Gravano: Un testigo contra la Mafia

Hace unos meses se estrenó una película sobre el mediático jefe mafioso John Gotti, el “Al Capone” de los ´80. En ella, John Travolta interpreta al capo. John Gotti se creía intocable, pero fue traicionado por su brazo derecho Sammy Gravano y terminó sus días en prisión. También sobre Gravano hicieron una película (aunque de formato televisivo), y es precisamente sobre ella de lo que tratará éste artículo.

(Imagen: Ficha policial de Salvatore “Sammy” Gravano – Wikimedia commons, dominio público)

Witness to the mob

EEUU, 1998

Director: Thaddeus O´Sullivan

Género: Gángsters, biográfica, drama

Argumento:

Desde la cárcel, en 1991, el gángster Salvatore “Sammy the Bull” Gravano recuerda sus inicios en el mundo de la Cosa Nostra. A principios de los años ´70 entró en contacto con miembros de la familia Gambino, la más poderosa de Nueva York. Cometió su primer asesinato por encargo, matando a traición a un miembro de la banda que supuestamente había incumplido las normas. Mientras iban en coche Sammy descerrajó a su víctima un tiro en la nuca. Lejos de arrepentirse, el despiadado criminal recuerda que la experiencia de quitarle la vida a un hombre le hizo sentirse “poderoso”.

Algo más tarde, fue presentado a Salvatore “Toddo” Aurello, un veterano capo de los Gambino en Brooklyn que se convertiría en su mentor en la Mafia. El viejo Toddo le enseña que cuando hay una disputa entre dos miembros de la familia, siempre hay que oir las dos versiones antes de tomar una decisión. También, mientras echan una partida de ajedrez, establece una analogía entre el mundo de la Cosa Nostra y ese juego: Los “peones” están para proteger al “rey”. Mientras tanto, Sammy comienza a salir con Deborah y se casa con ella.

En 1976, cuando los Gambino pasan a ser liderados por Paul Castellano, Aurello propuso a Sammy como miembro oficial de la familia. Castellano condujo el rito iniciático y Gravano se convirtió en un “hombre hecho” – un integrante de la hermética hermandad, en el argot de la Cosa Nostra. Paul Castellano advierte que el tráfico de drogas está terminantemente prohibido en la organización. Incumplir ese precepto, así como faltar a la omertà o ley del silencio, es algo que se castiga con la muerte.

Sammy Gravano consigue hacerse propietario de un bar mediante coacciones, blanqueando así el dinero adquirido ilegalmente. También se dedica a la extorsión, a la usura y a negocios de la construcción, abriendo para ello una oficina propia. Poco después conoce a John Gotti, otro miembro de los Gambino que lideraba una banda de ladrones de mercancías en los camiones de aeropuertos. Desde el primer momento Gotti no oculta sus antipatías por el nuevo jefe Paul Castellano, quien siempre estaba apoltronado en su mansión alejado de sus hombres y del barrio, comportándose como si en lugar de un gangster fuera un empresario de Wall Street.

El 20% de lo que ganaba Sammy iba a parar a las arcas de Castellano, por ser el máximo jefe de la familia. Gravano tenía desde su juventud una estrecha amistad con Louis Milito, quien también pasó a formar parte de los Gambino. Sammy y Milito se convirtieron en socios propietarios de una empresa constructora, mientras que al mismo tiempo se desempeñaban como asesinos a sueldo para Castellano. Por algunas de sus víctimas sentían gran respeto, como era el caso de un capo de Filadelfia que secuestraron y ejecutaron en un bosque. Pero, más allá de sus simpatías, se veían obligados que cumplir a rajatabla las órdenes de la jerarquía (“No es nada personal”).

Los contratiempos comienzan cuando Castellano empieza a sospechar que en el grupo de Gotti están traficando con drogas. Gravano está de visita en la “Casa Blanca” (así se conocía a la residencia de Castellano en Staten Island) cuando oye hablar a “Big Paul” con su subjefe Dellacroce y el capo Frank DeCicco sobre sus recelos respecto a Gotti. De inmediato, Sammy le comunica a John lo que ha oido, con el fin de alertarle. La animadversión entre Gotti y Castellano es recíproca. Pero Dellacroce, mentor de Gotti y brazo derecho de “Big Paul” trata de aplacar a ambos a modo de mediador, asegurando además que John no está involucrado en asuntos de narcotráfico.

Mientras tanto, Gravano tiene dificultades en el seno de su “otra” familia. Su cuñado Nicky, hermano de su mujer Deborah, está conectado a la Mafia pero no sabe tener la boca cerrada. Además, abusa de las drogas. Los jefes saben que el inestable joven es una potencial fuente de problemas, y Castellano ordena que sea eliminado. El „contrato“ para realizar el asesinato es dado a Louis Milito, gran amigo y socio de Gravano. Milito le explica a Sammy que no tiene más remedio que matar a su cuñado, y el propio Gravano no puede hacer nada para impedirlo: Pues la “familia” de la Cosa Nostra está por encima de la familia carnal o política. Sammy se ve obligado a participar en el asesinato de Nicky, atrayéndolo hacia el lugar donde tienen previsto matarlo con la excusa de que tienen un “trabajo” para él. Desde ese momento, también en Gravano comienza a gestarse una creciente aversión hacia la figura de “Big Paul” y en consecuencia un acercamiento a Gotti y su banda.

Las sospechas de Castellano se ven confirmadas: Pronto sale a la luz que el FBI había pinchado el teléfono de Angelo Ruggiero, oyendo las conversaciones de éste sobre transacciones de cocaína y heroína. Ruggiero pertenecía al grupo de Gotti.

John Gotti comienza a planear un “golpe de estado” dentro de los Gambino: Matar al gran jefe antes de que éste los mate a ellos, y ocupar su puesto. A través de Angelo Sammy es informado del complot en ciernes, y acepta participar.

El 16 de diciembre Paul Castellano es acribillado a balazos al bajar de su coche, frente a ún restaurante en Manhattan. Junto a él cae tiroteado su chófer y guardaespaldas Tommy Bilotti, quien acababa de ser nombrado nuevo subjefe tras el fallecimiento de Dellacroce. Gotti y Gravano coordinan la operación desde el otro lado de la calle, dando instrucciones a los pistoleros por walkie-talkies.

Ahora John Gotti pasa a ser el nuevo jefe de los Gambino, con Frank DeCicco como subjefe y Sammy Gravano como consigliere. Su nombramiento cuenta con la aprobación unánime de los 21 capos. Pero los jefes de las otras cuatro familias no aprueban éste “putsch”. Especialmente Vincent Gigante, el líder de los Genovese. Para asesinar a un jefe, según las normas, es necesario el permiso de la Comisión. Una guerra entre las familias amenaza con estallar…

Por otro lado, el nuevo y flamante jefe de los Gambino debe enfrentarse a los tribunales. Gotti logra salir indemne en los dos casos pendientes contra él por extorsión y coacciones: En una ocasión el principal testigo dice “no recordar nada” y en la otra el jurado (sobornado) le declara inocente. El egomaníaco John Gotti manifiesta muy pronto una tendencia a exhibirse, disfruta siendo un fenómeno mediático, habla de “su público” como si fuera un cantante famoso o actor de Hollywood. Sammy Gravano contempla irritado y con preocupación ese patológico narcisismo, pues se supone que el jefe de una familia de la Cosa Nostra debería mantener un perfil bajo y comportarse discretamente. Pero a Gotti le gustaba demasiado verse por televisión o ver su foto en los periódicos (¡Hasta firmaba autógrafos!)…

En un atentado con coche bomba que iba dirigido a Gotti, su subjefe Frank DeCicco vuela despedazado por los aires. Sammy Gravano pasa a ser el nuevo subjefe, el número 2 de la familia. Gotti está convencido de que el ataque fue ordenado por Vincent Gigante, en represalia por el asesinato de Castellano. La guerra fría entre los Gambino y los Genovese es atenuada con un “pacto de no beligerancia” entre Gotti y Gigante. Ambos se compromenten a mantener una “coexistencia pacífica” y los dos afirman no tener nada que ver con las muertes de Castellano o DeCicco.

Entretanto, Louis Milito se ha distanciado de su amigo de juventud Sammy Gravano. Milito se opone al nuevo liderazgo de Gotti. Cuando a oídos de éste llegan rumores sobre la predisposición díscola de Milito, ordena a Sammy que sea eliminado. Gravano trata de interceder por su viejo amigo, pero Gotti no atiende a razones. Una vez más, Sammy se da cuenta de que la “familia” está muy por encima de los lazos de amistad personal que pueda haber entre sus miembros. Las órdenes de la jerarquía no se discuten…

El FBI sigue pisándole los talones al excéntrico y ostentoso Gotti, tratando de colocar micrófonos en su club social. Y mientras los jefes más “tradicionalistas” como Gigante no abandonan sus propósitos de liquidar a Gotti, una brecha comienza a abrirse entre éste y su subjefe Sammy Gravano…

(Continuará)