Su obra, de la que solo conservamos un capítulo, pero que probablemente fue más extensa versa sobre Edom (símbolo de los que se alejan de Dios y su promesa) y el anuncio del castigo que habría de caer sobre los edomitas, por volverse "contra su hermano Jacob". El caso es que Edom en primer lugar se había aliado con Israel frente a Babilonia, pero cuando vio que este imperio asolaba Jerusalén con éxito, traicionó y se pasó al bando vencedor. Y no solo eso, sino que entró a la ciudad santa saqueando como los babilonios. Es la eterna pugna entre los hijos de Jacob y los de Esaú, entre los hijos de Dios que le permanecen fieles al Señor y los que le traicionan. Finalmente, Israel resplandecerá y Edom será destruido.
En ocasiones a San Abdías se le representa con un pan y una jarra de agua, pero esto es porque se le confunde con Abdías, mariscal de Acab que aparece en 1 Reyes 18, y que alimentó a los profetas perseguidos por Jezabel. Es este error muy antiguo, pues incluso San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias) cae en él. El mismo Doctor habla de su sepultura junto a la de San Eliseo (14 de junio) en Sebaste, que él mismo veneró, y donde Dios realizaba estupendos milagros. En el siglo IV, Juliano el Apóstata profanó el sepulcro y quemó las reliquias, pero unos monjes lograron salvar unos pocos huesos y se fueron con ellos a Alejandría, desde donde pasó la supuesta cabeza de Eliseo y algunas reliquias de Abdías a la basílica de San Apolinar, en Rávena.
Fuentes:
-http://ecatolico.com/biblia/38_biblia_libro_abdias.htm
-Biblia de Jerusalén.
A 19 de noviembre además se celebra a San Pablo de Skálholt, obispo.