En el siglo XVI el culto local está perfectamente conformado, se veneran sus reliquias y las madres le encomiendan a sus hijos enfermos. Curiosamente, la imagen, coronada de laurel, que se venera y acompaña a sus reliquias, es una escultura funeraria de un hijo bastardo del conde de Flandes y que no se sabe de que manera comenzó a venerarse como el niño San Achaz.
Fuente:
-"Revista belga de Historia". Números 22-26, 1938.