Nos complace presentar la última obra (de momento) del P. Ángel Peña y que ya está colgada en la web: www.libroscatolicos.org. Un libro delicioso por lo bien escrito que está y por los interesantes datos de la vida y la obra que nos aporta. ¡Para gustar y regustar a Agustín!
San Agustín fue un incansable buscador de la verdad. Sentía en su corazón un hambre inmensa de ella y de la felicidad. Y buscaba la verdad en los filósofos de su tiempo y buscaba la felicidad en los placeres de la vida, especialmente en el amor carnal. Y no se sentía satisfecho. En su corazón había un vacío profundo que no le dejaba descansar en paz. Él no era de los hombres que se contentan con poco. Buscaba la plenitud, buscaba a Dios sin saberlo y, sólo cuando lo encontró, pudo por fin respirar y decir en las Confesiones: Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está insatisfecho hasta que descanse en Ti (Conf. 1, 1).
Él es un buen ejemplo para tantos hombres de nuestro tiempo que buscan también sinceramente la verdad, pero por caminos equivocados. Al igual que Agustín, quizás desprecian a la Iglesia católica o las santas Escrituras, pero fue por este camino por donde san Agustín llegó a encontrar a Dios y la verdad que tanto anhelaba.
Toda la vida de Agustín fue una continua búsqueda. Ni siquiera cuando encontró a Dios en la fe católica, se quedó estancado. Fue un caminante empedernido, siempre quería profundizar más en su fe y compartirla con los demás. Sentía verdadero celo apostólico para convertir a aquellos que estaban extraviados por los caminos del error como los pelagianos, donatistas, maniqueos, arrianos y paganos.
Agustín fue un peregrino por la vida, siempre en camino, que ha dejado a las generaciones futuras la gran noticia de que se puede llegar a conocer la verdad, pues ésta no es una meta imposible; y de que Dios es un Padre, que siempre nos espera y se hace el encontradizo donde menos lo esperamos. Pero sólo lo hallaremos por el camino de la humildad.
A tantos hombres que se quedan estancados o desanimados en el camino, les dice: Somos caminantes, camina siempre, avanza siempre. Si dices basta, estásperdido[1]Canta ycamina.Noteextravíes,novuelvasatrás,notedetengas[2]. San Agustín es un hombre siempre actual, el hombre de corazón inquieto y de corazón de fuego, dotado de gran simpatía personal e intenso calor humano. Por eso, decía: Hombre soy y entre los hombres vivo [3]. Mi corazón es un corazón humano [4]. Me gusta reír y disfrutar de la risa [5]
Se ha dicho de él que es el padre espiritual de occidente por la influencia universal de sus escritos en la espiritualidad cristiana de Europa. Si conoces a san Agustín, él te guiará a encontrar a ese Dios amoroso que te sigue esperando en el camino de tu vida.
PRIMERA PARTE: INFANCIA Y JUVENTUD
Nacimiento de san Agustín.
Su madre. Infancia de Agustín.
Estudiante en Tagaste.
Estudiante en Madaura.
Regreso a Tagaste. Romaniano.
Estudiante en Cartago.
El Hortensio. Los maniqueos.
SEGUNDA PARTE: AGUSTÍN PROFESOR
Enseña retórica en Tagaste.
Muerte de un amigo.
De nuevo en Cartago.
Decepción de la astrología.
Decepción de los maniqueos.
Profesor en Roma.
Profesor en Milán.
San Ambrosio. Mónica.
Los neoplatónicos. Simpliciano.
Los dos relatos de Ponticiano.
TERCERA PARTE: CONVERSIÓN Y APOSTOLADO
La conversión. Casiciaco.
El bautismo. Éxtasis de Ostia.
Muerte de Mónica. Vuelta a África.
Agustín, sacerdote en Hipona.
Agustín obispo.
Fundador de conventos.
Agustín polemista.
a) Pelagianos. b) Semipelagianos.
c) Pelagianos. d) Semipelagianos.
e) Arrianos. f) Paganos.
Los malos católicos.
Pastor y guía de su pueblo.
Los pobres. Milagros.
Agustín místico.
Última enfermedad y muerte.
Milagros después de su muerte.
La Orden de san Agustín.
CUARTA PARTE: SU PENSAMIENTO
Escritos de san Agustín. Obras principales.
Pensamientos de san Agustín. a) La amistad.
b) El alma. c) La vida es una lucha. d) La ociosidad.
e) Libertad. f) Camino de la interioridad. g) Humildad.
h) El amor. i) Buscando a Dios.
Cristo. La Virgen María.
Sagrada Escritura. Iglesia católica.
Salvación de las almas. El cielo.
Citas famosas.
Orar con san Agustín.
Agustín, genio de Europa.
Mensaje a los hombres de hoy.
CRONOLOGÍA
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Después de haber visto la vida de san Agustín y el amplio alcance de su Obra, podemos decir que realmente ha sido una lumbrera del mundo occidental y el más importante Padre de la Iglesia latina. Algunos lo han llamado el serafín de Hipona, el martillo de los herejes, el doctor de la gracia, el más santo de los sabios y el más sabio de los santos.
De todos modos, lo cierto es que su influencia positiva ha permanecido viva a lo largo de los siglos y continúa en la actualidad a través de sus escritos y de la familia agustiniana, formada por frailes, monjas de clausura, religiosas y laicos.
Ojalá que lo imitemos en ese anhelo insaciable de encontrar la verdad, del que nunca debemos quedar satisfechos. Busquemos siempre amar más y más a Dios para compartir nuestra fe con los demás. Y, cuando veamos a otros que están en el error, digámosles que san Agustín vivió su experiencia y que, siguiéndolo a él, pueden encontrar la verdad. Toda su vida fue una búsqueda de ella y, al encontrarla, reconoció que había encontrado a Dios, que es la Verdad y el Amor. Por eso, dice: Donde encontré la verdad, allí encontré a Dios [6].
Para todos tiene san Agustín una palabra basada en su propia experiencia. Leyendo el libro de sus Confesiones, encontrarán algo que les ayude en el camino hacia la VERDAD, pero si reconocen que para dar con ella, es indispensable buscar con humildad. Sin ella será una misión imposible.
Dios los bendiga y les dé la gracia de una auténtica conversión para poder amar a Dios como san Agustín, con todo su corazón.
Tu hermano y amigo del Perú.
P. Ángel Peña O.A.R.
Parroquia La Caridad
Pueblo Libre - Lima - Perú
Teléfono 00(511)461-5894
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Pueden leer todos los libros del autor en
http://www.libroscatolicos.org/
[1] Sermón 169, 18.
[2] Sermón 256, 3.
[3] Homo sum et inter homines vivo (Carta 78, 8).
[4] Quid est cor meum nisi cor humanum? (La Trinidad IV, pról 1).
[5] Nec adridere tantum sed etiam risu vinci ac solvi (Carta 95, 2).
[6] Ubi inveni veritatem, ibi inveni Deum meum (Conf. 10, 24, 35).