San Andrés y la leyenda del capitán Morgan

Por Elainn

¿Adónde fuimos entonces desde Cartagena? A la isla de San Andrés. Para ir sin equipaje, lo mejor es Wingo ya que la tarifa más económica que tiene la aerolínea te permite llevar en cabina un artículo de 6kg y una valija de 10kg (medidas 55x45x25), con lo cual es mucho mejor que Viva Air en este sentido. Dejamos la valija grande en el hostal de Cartagena y partimos con lo esencial para dos días.

Ya en la puerta de embarque y a punto de abordar nos enteramos que teníamos que pagar en efectivo la tasa de ingreso a San Andrés, un impuesto de 109.000 cop del que no sabía nada!!! No importa el tiempo que uno se quede. Como la isla sólo cuenta con el turismo cobran por entrar. Suerte que llevaba algún dinero o hubiera tenido que salir al cajero. Me quedé sin plata así que luego tuve que retirar del cajero de San Andrés.

El aeropuerto de San Andrés está muy cerca del centro pero hacía mucho calor como para ir caminando. No sabía si había algún bus así que contratamos un taxi hasta la posada. Los taxis tienen una tarifa fija mínima del aeropuerto que es de 15.000 cop. A la vuelta fuimos en un autobús que pasa por el centro y que sale $2.400 (se paga en efectivo al chofer). Para ir del aeropuerto al centro supongo que uno puede tomarlo a una cuadra, en la avenida Calle 3 (sin cruzar la avenida). Cartel: “Centro”. Salen del aeropuerto y caminan hacia la izquierda hasta la avenida. No se pueden perder.

Nos hospedamos en la Posada Torices, básicamente una casita adosada a la casa de los dueños y anfitriones. Cuenta con dos dormitorios, baño y cocina completa. Además posee aire acondicionado, ventiladores, wifi (aunque en toda la isla es intermitente) y televisión con cable. No tiene agua caliente pero, igual que en Cartagena, no se necesita. Hace muuuchoo calor. La posada está muy bien ubicada en el centro, a la vuelta de avenida Las Américas. Se encuentra en una callecita sin nombre que parte de la avenida y que uno vislumbra al lado de El Almacén El Lago. La atención fue muy buena y sólo puedo quejarme del ruido del gallo del vecino que me despertó al amanecer. No estoy acostumbrada al “campo”. Está muy cerca de la playa, de la peatonal, del supermercado, etc.

Como teníamos hambre fuimos a un restaurant que nos recomendaron los dueños: Kikirikí. No quería pollo frito así que pedí arroz con pollo. La porción era tan grande para mí sola que pedí las sobras y se convirtió en almuerzo y cena. Volvimos a la posada y acomodamos nuestras cosas. Pese al calor yo hubiera salido antes, pero finalmente dejamos el frescor del aire acondicionado a eso de las 16hs. Fuimos a la peatonal y a la playa más cercana, la playa Spratt Bright. Y mi primera impresión de una playa del Caribe no fue la mejor. Tal vez porque imaginaba algo paradisíaco. Sí, el agua era tibia (aunque no tan cálida como en Barú) y tenía ese color transparente azulado  que uno idealiza … pero estaba llena de gente. Lo peor es que en el mar hay unas boyas que separan la parte permitida de la que no, ya que las motos de agua pasan de manera rasante. Cada vez que pasaban las motos todo se inundaba de olor a nafta. Era repulsivo. Igual nos quedamos un buen rato. Creo que un poco más lejos la playa puede estar menos convulsionada.

Un dato. Los lugareños van a la playa al amanecer. Es el mejor horario ya que el sol no pega tanto, el agua está igual de tibia y no hay turistas.

Supongo que después de Tortuga Bay (Galápagos) la vara está muy alta.

Más tarde pasamos por el supermercado para abastecernos por los pocos días en los que íbamos a quedarnos. Contratamos una excursión para el día siguiente y nos fuimos a dormir. O al menos esa era la idea. Yo casi no pude dormir. A la madrugada me despertaron unos perros y luego el gallo del vecino. ¡Ufa!

Con los dueños de la posada habíamos contratado la excursión VIP. La chica nos llevó hasta el muelle y ahí pagamos la tasa portuaria. 30.000 cop por la excursión y 5.000 por la tasa. Buen precio. Subimos a la lancha Blessing II rumbo Johnny Cay. El cayo se encuentra frente a San Andrés, en un arrecife de coral. Visto de lejos, Johnny Cay es una postal. Nuevamente el lugar es hermoso, pero había tanta gente que era imposible disfrutarlo tranquila. Piensen que el sitio es pequeño -y una reserva coralina- por lo que el gobierno tuvo que poner el tope de 800 personas de manera simultánea.

Dejamos nuestras cosas en un locker (cada locker cuesta $10.000) y yo salí a recorrer el islote. Quería alejarme de la gente. Al otro lado encontré iguanas verdes y un sitio que, aunque rocoso, prestaba para nadar. Así que me tiré a hacer snorkel y ¡capté a una raya enorme pasando casi a mi lado! Tuve la suerte de filmarla o nadie me hubiera creído.

El baño te lo cobran $1.000, igual que en las playas públicas de Barú. El almuerzo es muy caro y cometí el error de no llevar nada para comer. Tendría que haber pedido algo igual pero es que me parecía un robo. Ni era muy limpio ni había variedad.

Finalmente partimos hacia nuestra próxima parada. Antes un chico de la lancha se tiró al mar para agarrar una estrella de mar que pasó de mano en mano. Yo me sentí mal. No creo que le haga muy bien a la estrella. Luego leí que se estresan muchísimo y eso puede matarlas. No sé si por la parada o la raya pagamos $5.000 más.

Paramos en Aguas Blancas y todos nos bajamos. Le dicen el mar de los siete colores porque según la profundidad se ven distintos tonos de azul. Cuanto más clara el agua, menos profunda. Un sitio mágico. Poco después volvimos a parar para ver las rayas. Acá también el guía agarró una para que la gente pudiera tocarla o sacarse fotos. Yo preferí hacer snorkel al lado del barranco mientras veía cómo las rayas se escabullían bajo mis pies.

Fuimos al Cayo El Acuario. También el gentío. Fue complicado acercarnos a dejar nuestras cosas en el locker (otros $10.000). Yo quería comer algo, claro (seguía con hambre) pero como no teníamos tanto tiempo preferí meterme a hacer snorkel. No me fascinó aunque luego caminé hasta el Haynes Cay que me pareció más sosegado. Me hubiera querido quedar más tiempo pero ya era la hora de volver al muelle. Antes de volver a la lancha pude comprarme una oblea, pero con el estómago vacío no me cayó tan bien.

Volvimos a San Andrés y como estaba antojada con pastas, esa noche cené ravioles con salsa que había comprado enlatados (una marca yanqui). Muy ricos y rendidores.

Al otro día quería contratar una excursión de snorkel, pero estaba tan cansada que preferí un recorrido por la isla con el trencito. La excursión sale 30.000 cop y dura unas cuatro horas. Sale a las 9:00 o a las 14hs en la esquina de Carrera 5a y Calle 3 (Jenno’s Pizza), a metros del supermercado Super Éxito. Tiene varias paradas. La primera es en la cueva de Morgan, al sudoeste de la isla.

La leyenda dice que el pirata Henry Morgan se refugió en la isla antes de convertirse en gobernador de Jamaica. Alrededor de una cueva han construido una especie de parque temático pirata. La entrada es excesiva ($15.000), especialmente si consideramos que uno va rápido de un lado a otro y apenas si da tiempo para sacarse fotos. Tal vez si uno fuera por su cuenta (se puede ir en colectivo, cartel “cueva de Morgan”) se disfrutaría más. Está muy desorganizado. Una especie de rejunte de figuras realizadas en coco, una copia de la gruta con muñecos que intentan ser de terror, una casa con pinturas de artistas locales, un breve espectáculo de danza, un mini barco pirata y finalmente la gruta real (lo único más interesante aunque se encuentra semi cubierta por agua).

Seguimos viaje hacia el sur. Paramos en La Piscinita o West View, un área privada donde se puede nadar, darle de comer a los peces y tirarse al agua desde un tobogán o trampolín. La entrada cuesta $5.000 y sólo lamento que no nos quedáramos más tiempo. Es una pileta natural de más de cuatro metros de profundidad. No tiene una playa y no es posible hacer pie. En vez de bajar por la escalerita yo me tiré por el tobogán. Me encantó. Hermoso para hacer snorkel o simplemente la plancha. Toda la zona sudoeste de la isla no tiene playas pero por sus aguas cristalinas es ideal para snorkel.

Fue esa mi última inmersión en el viaje. Continuamos el recorrido hasta llegar a la punta sur donde se halla el Hoyo Soplador, una hendidura en la roca que a causa del oleaje “sopla” aire y/o agua con fuerza. Ahí no cobran entrada. Me pareció divertido. Aproveché para darme el gusto de tomar un coco. No un “coco loco” que es el trago típico de la isla que lleva ron y otras bebidas alcohólicas.

Seguimos dando vuelta a la isla pero ya no hubo más paradas. El Barrio San Luis es más antiguo. Hay varias playas (con mucha menos gente que en el centro) que tienen muy buen aspecto. Entre ellas puedo nombrar a  Bahía Sonora, Cocoplum, Cayo Rocoso, Charquitos y Cayo Bolívar más al sur. Se puede ir en colectivo.

Regresamos a la posada. Comí una ensalada de atún en lata y nos preparamos para realizar el check out. Aún era temprano para ir al aeropuerto pero fuimos igual. Caminamos media cuadra hasta la avenida y en la puerta del Almacén El Lago subimos al colectivo que nos dejó a una cuadra del aeropuerto.

Mientras mi amiga cuidaba mis bolsos, fui a fotografiar el cartel de San Andrés. Una despedida a toda orquesta.

Lo demás ya es historia….

DATOS:

  • Si bien no contraté excursiones fuera de las dos mencionadas, fui a averiguar en la agencia Sun Island precios y demás datos. Fueron muy amables. La excursión que casi contrato (no lo hice porque estaba cansada) es la de snorkeling en la barrera de coral. Cuesta $80.000 y tiene dos salidas: a las 10 y a las 14. También me interesaba el subwing pero me desanimó el hecho de que hay que saber aguantar bastante la respiración. Sale $120.000 y se sale a las 10, 11, 14 y 16hs. Finalmente se puede hacer Parasail por $150.000 (también interesante) a las 9am, 11, 14 y 16hs (hay varias empresas). Hay otros tours también.
  • Desde San Andrés se puede ir en avión (Satena) o barco a la isla de Providencia. Unas tres horas de viaje en el catamarán Conocemos Navegando.
  • Si van a ir en el trencito es recomendable reservar previamente.
  • Aquanautas, una especie de buceo sin equipo pesado.
  • Vi entonces sitios dedicados al buceo o al snorkel: Scuba San Andrés, San Andrés Divers, etc. Si alguna vez vuelvo me gustaría conocer un poco más sitios como El Salto de Morgan y Cove Sea Side.

Johnny Cay