Su actividad apostólica llegó a Torcuato, gobernador de Umbría, que radicaba en Spoleto. Mandó llamar a Concordio y se desarrolló el siguiente diálogo:
Torcuato: "¿Cuál es tu nombre?"
Concordio: "Soy cristiano".
T: "Te pregunto acerca de ti, y no acerca de tu Cristo".
C: "Yo he dicho que soy cristiano, y a Cristo confieso".
T: "Sacrifica a los dioses inmortales, y seré para ti un padre, y obtendré para ti favores de manos del emperador. Él te encumbrará para que seas sacerdote de los dioses".
C: "Sacrifica tú al Señor Jesucristo, y escaparás de la miseria eterna".
Entonces el gobernador ordenó que lo golpearon con palos y lo echaran en la cárcel. Esa noche le visitaron Eutiques y el obispo San Antimio (1 de abril), que era amigo de Torcuato. Gracias a esa amistad, Antimio obtuvo que el gobernador dejara libre a Concordio. Antimio lo llevó a su casa y allí le ordenó presbítero. Su nueva condición de apóstol de Cristo no permitió a Concordio vivir oculto y de nuevo comenzó a predicar la Palabra de Dios y hacer curaciones. Y de nuevo le llamó el gobernador.
Torcuato: "¿Qué has decidido hacer para salvarte?"
Concordio: "Cristo es mi salvación, ¿a quién crees que diariamente ofrezco el sacrificio de alabanza?".
Entonces fue condenado a ser colgado del potro y atormentado, pero alegremente gritaba: "¡Gloria a Ti, Señor Jesús!". Después de esto fue arrojado de nuevo en prisión con cadenas en las manos y el cuello, y allí alababa a Dios constantemente, cantando en voz alta: "¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!". Esa misma noche se le apareció un ángel y le dijo: "No temas el tormento, yo estaré contigo". A los tres días el gobernador envió a Concordio dos soldados con una imagen de Júpiter, que estos le presentaron diciéndole: "Oye lo que el gobernador ha ordenado; sacrifica a Júpiter o perderás tu cabeza". Y Concordio se acercó al ídolo, lo escupió y repitió sus únicas palabras: "¡Gloria a Ti, Señor Jesucristo". Y uno de aquellos soldados, le decapitó allí mismo. San Antimio envió a dos hombres de confianza que tomaron el cuerpo y lo enterraron a las afueras de la ciudad de Spoleto. En breve, una fuente de aguas curativas brotó a la vera de su sepultura.
Todos los martirologios recogen su memoria a 1 ó 2 de enero, y el 4 de julio la traslación de sus reliquias a Bisbal, en la diócesis de Gerona, España. De allí serían trasladadas al monasterio San Pedro de Besalú, donde son veneradas.
Fuente:
-"Vidas de los Santos". Tomo I. Alban Butler. REV. S. BARING-GOULD.