En la rodilla territorial que conforma Tenerife emerge una aglomeración de varios extrarradios que comprende la bicéfala capital de la isla, Santa Cruz de Tenerife y San Cristóbal de la Laguna. Esta última es la más antigua, repleta de historia y tal belleza que le han valido para ser declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La historia de esta ciudad, que tiene más de cinco siglos de existencia, comienza con el Adelantado Alonso Fernández de Lugo que venció, en 1496, a los últimos guanches en El Realejo. Ahí acabó la conquista de Tenerife y su incorporación a la Corona de Castilla.
Antiguo convento de San Agustín./ Cup of coffee
La localidad canaria, según la idea europea de las ciudades renacentistas, quedó configurada a finales del siglo XVI, convirtiéndose en la primera urbe colonial no fortificada cuya disposición serviría, además, como modelo para construcción de otras ciudades en las Américas.
Plaza del Adelantado./ peng
Cuando las tropas de Napoleón Bonaparte asediaban Cádiz en 1810, durante la Guerra de la Independencia, las célebres Cortes de esa ciudad enviaron mensaje a Canarias trasladando la capitalidad de España. Sin embargo, las tropas francesas no tomaron finalmente la ciudad andaluza y las Cortes reasumieron su labor de gobierno.
Catedral de La Laguna./ DailosTamanca
San Cristóbal de la Laguna cuenta con edificios de gran valor histórico y arquitectónico, como la iglesia de la Concepción (siglo XVI), gótica, plateresca y mudéjar, cuya torre es el símbolo de la ciudad; el palacio de Salazar (1682), episcopal y barroco, la Casa de Lercaro (siglo XVI), manierista, actual sede del Museo de Historia; la Casa del Corregidor (1545), hoy Ayuntamiento, y el palacio de la Nava (siglo XVI-XVIII)
Es sede, además, de antiguas instituciones culturales como la Universidad de San Fernando en 1792 y de instituciones eclesiásticas como el Obispado, establecido en la ciudad desde 1818. De entre las construcciones religiosas sobresale la Catedral. De estilo mudéjar, el templo posee fachada neoclásica y en su interior una nave central, laterales y capillas.
Santuario Santísimo Cristo de La Laguna./ Berthold Werner
El viajero no debe perderse el frondoso jardín del Convento de San Agustín, cuya imagen sirvió para que la ciudad fuera declarada Patrimonio de la Humanidad. Ni el de la Casa Montañés, salpicado de helechos colgantes enmarcados por balcones de madera. Entre estos palacios, las casas de La Laguna sorprenden por sus fachadas pintadas de vivos colores.
Como anticipo a su visita, aquí tenéis un vídeo para abrir boca:
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