Hoy comienzan los sanfermines, convertidos en fiesta pagana, santuario macabro y páramo maldito por una nueva legión de mentes elitistas cuyo leitmotiv es "arte y sólo arte", en cuyo interior medra, en partes igualadas, un abyecto afán de superioridad moral y la jindama al Toro. Llega con la consabida espantá de las figuras, excepción hecha del Juli, incansable en ambición y coraje. Así, los mozos no podrán ver el cambio de mano encuvillado de Manzanares, la media verónica acantalejada de Morante o la Poncina fallera de Ponce, que es de traca. No está hecho "el arte" para la boca del pamplonés, deberán pensar esos que tuercen el gesto nada más les pronuncian Pam plo na, y que camuflan con el kalimotxo y las farras del sol el verdadero motivo de su renuncia: el tamaño de los pitones por estos lares. En la tauromaquia del "semos cultura" lo políticamente incorrecto, lo que no se ajusta a unos parámetros de higiene social y conducta diplomática, queda automáticamente apartado al "corral de los antiguallas". Lugar en el que, por cierto, se está mucho más a gusto, dónde va a parar.
Se buscan jóvenes para ir a los toros, bien podría ser un nuevo anuncio de la Mesa del Toro, o del Colegio de Toreros que preside Manzanares. En Iruña la plaza se llena de mozos venidos de todo el mundo, muchos de los cuáles se ponen por la mañana delante del Toro que ciertas figuras no ven ni en pintura. También los hay que siendo electricistas, botones o taquígrafos del Congreso, tienen las carnes sajadas por la quemazón del cuerno, como cualquier torero del pelotón de los honrados. Pues bien, a estos, por el simple hecho de pasarselo bien en la tarde, les llaman borrachos y denigran su afición, que seguro también la tienen, hasta el punto de tacharlos como indignos para recibir y paladear "el arte" de los elegidos. Mientras, vemos como proliferan como setas asociaciones taurinas de jóvenes que, cumplidores con la buena conducta que exigen los tiempos, no molestan, acuden a las plazas a dar orejas, sueñan no con ser torero, sino con hacerse la foto con un torero -o por lo menos un pariente- y salen bien guapos, para no romper con la estética de la tarde, con su pelito peinado con Nenuco, que parecen lamidos por una vaca, en las imágenes que nos cuelan entre toro y toro en el Plus. Prefiero veinte millones de veces una Generación de mozos con pañolico que una de Villasusos.
Además del Toro, que aquí tiene asegurada la seriedad, vengan del encaste que venga, va a tocar disfrutar y sufrir con matadores valientes, como Fandiño, Ferrera, Rafaelillo, Padilla, Joselillo o Serafín Marín. La cuota de torería corre a cargo de Curro Díaz y Juan Mora, mientras de Morenito de Aranda y David Mora se espera que, por fin, den un golpe encima de la mesa. Los jóvenes, con Esaú, Saldívar y Aguilar a la cabeza, tienen una oportunidad de Oro, que no sabemos cuando se verán en otra igual. A Pinar, que es joven también, no lo meto aquí, como no deberieron meterlo en los carteles, porque a pesar de la edad y del tiempo de alternativa, torea como un viejo resabiado. Un grupo de espadas, digamos los vicepresidentes del G-10, los Perera, Cid o Fandi, cumplirán como vienen cumpliendo siempre, porque a estas alturas los milagros no existen; los que tienen el agua al cuello, como Cortés, Jiménez o Marco, no les queda otra que apretar los dientes, encoger el culo y tirar la moneda. Tejela, que es el cromo que le falta a los del G-10 para montar el equipo de fútbol, no se sabe bien lo que pinta aquí, en San Fermín, la Feria del Toro que, de salida, en dignidad, sitúa al Juli un escalón por encima del resto.