Una de las naves que reconquistó Sevilla era la Carceña, construida en Santander y comandada por Bonifaz
San Fernando, Rey. Vidriera de la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Santander
En el Al-Ándalus del siglo XIII las dos ciudades principales eran Córdoba y Sevilla. Fernando III había tomado Córdoba en 1236 y Jaén en 1246. En ambas ciudades procedió a la expulsión de los musulmanes, cosa que también haría en Sevilla.
Fernando reunió en un Consejo a sus capitanes y a los maestres de las órdenes militares y decidieron dirigir sus esfuerzos hacia la ciudad de Sevilla, que tenía más de 7 kilómetros de murallas. Para tomarla tuvieron que ponerse de acuerdo con el rey de Aragón, Jaime I, y con el rey de Granada, Alhamar, reino que había acordado ser feudo de Castilla tras la toma de Jaén, y se decidieron las fronteras con los reinos de Valencia y Murcia. Todo el invierno de 1246 Don Fernando lo pasa en Jaén, habiendo dejado en Alcalá de Guadaíra a Don Rodrigo Álvarez y en el Aljarafe al maestre de la Orden de Santiago. Todo el verano lo dedica a hacer planes de guerra. Organiza un poderoso ejército, incomparable con cualquier otro de la Edad Media. Un centenar de generales y varios centenares de famosos caudillos. Entre los miembros de este ejército destacan: Don Pelay Correa, maestre de la Orden de Santiago, Don Fernando Ordóñez, maestre de la Orden de Calatrava, Don Pedro Yáñez, maestre de la Orden de Alcántara, Don Pedro Álvarez Avito, maestro de la Orden del Temple, Don Fernán Royz, maestre de la Orden de San Juan, López de Haro, el Almirante Ramón de Bonifaz, Alfonso Téllez, el infante Don Fadrique, el príncipe Don Alfonso y, junto a ellos, gran cantidad de nobles de Castilla y León y los concejos de ambos reinos. El obispo Jiménez de Rada realizó gestiones en Roma, obteniendo una bula de Cruzada del Papa Inocencio IV, en 1246,gracias a la cual España tuvo apoyo económico y militar de franceses, alemanes e italianos. El 15 de marzo de 1247 el Papa decretará otra bula por la cual las iglesias de Castilla y León deben aplicar las tercias de fábrica en los gastos de esta guerra.
Al ser Sevilla una ciudad con río navegable, Fernando hace venir a Jaén a Ramón Bonifaz, para ayudarse de una flota en la toma de la ciudad, al igual que había hecho eficazmente en la ciudad de Cartagena. Fernando III encargó esta flota al Almirante Ramón de Bonifaz, que armó los barcos y consiguió tripulación en Cantabria, en los puertos de Castro Urdiales, Laredo, San Vicente de la Barquera y en Santander. La flota también contó con los marinos vascos al mando de Diego López de Haro y gallegos al mando de Paio Gómez Charino. Reunió 13 naves, movidas a vela, y 5 galeras, movidas a remo. Bonifaz dispuso las dos naves más robustas para embestir el puente. Una era la Carceña, comandada por el propio Bonifaz, y estaba construida en Santander. La otra era la Rosa de Castro, estaba construida en Castro Urdiales y estaba comandada por Ruy González.
En la primavera de 1247 un contingente de distintas partes de la Península y de más allá de los Pirineos se va concentrando en Córdoba. Bonifaz bordea Portugal y el Algarve camino de Sevilla. El contingente, capitaneado por Fernando, parte de Córdoba, yendo en vanguardia las órdenes militares, que se irán apoderando de Lora del Río, Alcolea del Río, Reina, Constantina, Setefilla, Tocina, Guillena, Gerena y Cantillana. El monarca sufre tifus y se recupera algo en Guillena y la campaña continúa poniendo sitio a la fortaleza de Alcalá del Río, amurallada por el propio Axataf, que al saber perdida la plaza decidió abandonarla a su suerte dejando a su lugarteniente Abul-Hasan para que resistiera, cayendo ese mismo agosto en manos de los cristianos. Abul Hasan logró escapar con un grueso grupo de caballeros moros y se dirigió a Sevilla. El Consejo de Notables de Sevilla nombraría al joven Abu Nasan, hijo del príncipe almohade Abu Alí, como Jefe de los Creyentes, y por tanto jefe de las fuerzas civiles moras de ciudad. Este tomó la decisión de guarecer con soldados las torres y murallas y dirigir también contingentes al Castillo de Triana y al del Aznalfarache. Fernando continúa su serie de conquistas y tomará Alcalá de Guadaíra y destruyó todo lo que había fuera de las murallas de Carmona para facilitar la rendición de la villa, lo que favoreció que capitularan rápidamente. En otoño de 1247 el control cristiano de la ribera norte del río Guadalquivir era ya un hecho.
La flota del Almirante fue hasta Sanlúcar de Barrameda, donde venció a las naves musulmanas de benimerines que venían desde Tánger y Ceuta en auxilio de Sevilla. En esos combates la flota cristiana ganó tres galeras, ya que el resto o las hundieron o se dieron a la fuga. La flota remontó el río Guadalquivir haciendo escala en Coria del Río a mediados de agosto de 1247, al tiempo que los soldados de Fernando III tomaban el castillo de Alcalá del Río. El 17 de agosto parte Fernando en busca del Almirante y ambos se reúnen el 15 de agosto en el Vado de las Estacas, a dos kilómetros de Alcalá del Río. Al día siguiente la flota debe ser anclada, por orden de Fernando, a la altura de San Juan de Aznalfarache.
Antes de iniciar la toma de Sevilla era preciso tomar la cercana fortaleza de San Juan de Aznalfarache, cosa que el rey encargó al caballero de la Orden de Santiago Pelay Pérez Correa. Los santiaguistas, con el apoyo de las huestes del Rey de Granada y con el apoyo de la flota, lograron tomar la fortaleza, que además servía para proteger la curva del río a la altura de Tablada y, sin este enclave musulmán, los barcos cristianos eran ya libres de entrar hasta la propia ciudad de Sevilla que, de otro lado, también estaba debidamente fortificada y protegida, incluso en la parte del cauce de su río con la enorme Torre del Oro en una de sus orillas.
El asedio de Sevilla por parte de las tropas cristianas comenzó el 24 agosto de 1247, momento en el que se corta el suministro de agua a la ciudad a través de los Caños de Carmona. Los castellanos levantaron campamentos alrededor de la ciudad: en Tablada (Fernando), en el Aznalfarache (maestre Santiago Pelay Correa), frente a la Puerta de la Macarena (Diego López de Haro), en el Prado de San Sebastián (Don Lorenzo de Figueroa y Don Garci Pérez de Vargas), cerca del Tagarete (el arzobispo de Santiago Don Arias) y en el Aljarafe (Aben Alhamar, Rey de Granada).
Para terminar con la flota de Bonifaz los musulmanes lanzaron un brulote cargado con fuego griego, pero la flota cristiana logró soportar el ataque y entró en el puerto de Sevilla, encontrándose con una flota musulmana de menor envergadura a la que también pudo derrotar. Después de sucedido esto es cuando llegó la noticia de la toma de Carmona.
Había frecuentes salidas de la caballería musulmana de Sevilla que provocaban el aprovisionamiento de los sitiados y, además, vigilar las 24 horas del día una ciudad tan grande era muy complicado. La ciudad amurallada tenía más de 300 hectáreas, 7.400 metros de murallas, 12 puertas y tres postigos. Era la ciudad más grande que había cercado jamás un contingente cristiano, mucho más grande que grandes villas de la época como Toledo, Córdoba o Valencia. Por esto, pidió que se hicieran expediciones de castigo a la Orden de Santiago por el Aljarafe y las haciendas de la ribera del Guadalquivir, que aún no habían sido sometidas y abastecían a Sevilla con gran ayuda del puente de barcas. Además, desde ese puente podrían entrar suministros desde el Reino de Niebla.
El puente de barcas se encontraba en el barrio de Triana (At-Troyana) de la ciudad. Las barcas que formaban el puente se encontraban amarradas con una fuerte cadena. Este puente estaba donde hoy está el puente de Triana, y que se encontraba junto al castillo de Gabir, una gran fortaleza, que fue reconstruida por los cristianos tras la toma de la ciudad y rebautizada como castillo de san Jorge. Los cristianos trataron de tomar sin éxito el castillo de San Jorge utilizando maquinaria de asedio.
La llegada a primeros de 1248 de Alfonso X el Sabio con Don Diego López de Haro, que venían de la reconquista de Murcia, con muchos hombres, caballos y milicias permitió a Fernando III estrechar el cerco y evitar el suministro de agua por los caños de Carmona. En la Macarena se establecieron las tropas del infante Enrique y las huestes de las órdenes de Calatrava y Alcántara, los caballeros Diego López V de Haro de Vizcaya y Rodríguez Bobes de Galicia.3 Fernando III avanzó por el Sur hasta la puerta de Jerez y la flota de Bonifaz avanzó también río arriba. La Orden de Santiago puso su campamento al Oeste del Guadalquivir para continuar acechando al Aljarafe. Sin embargo, la zona del puente de barcas, al oeste, y la zona noreste de la ciudad seguían sin un bloqueo efectivo.
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