(...)
Desde que en el año 2010 pude asistir a la representación del Grupo Corpo en el marco del Festival de Edimburgo, mi concepto de espectáculo ha cambiado bastante. Básicamente porque tal representación me resultó una experiencia más que emocionante, un verdadero alimento para el alma, epidérmicamente conmovedora. Rotas pues las barreras y los prejuicios contra la danza contemporánea, solo una luctuosa coincidencia me impidió volver a ver al grupo Corpo en su visita a Barcelona en 2012. Una pequeña frustración que he estado intentando superar desde entonces en busca de una experiencia similar.
Y aquí viene la sorpresa. Como casi siempre, uno pasa por el programa de mano un poco por encima, y más si como el que nos dieron, es largo y exhaustivo. De manera que, cuando comenzó la tercera pieza y comencé a escuchar la música elegida para el número, un resorte mental me indicaba que aquello que sonaba me era familiar, así que abrí el programa y un nombre hizo clic: Nils Frahm. Había escuchado a Nils en el Casino Antiguo de Castellón cuando fui a disfrutar de la música del artista local Rauelsson. Allí estaba Nils, al que no conocía, y su piano. Solo tocó un par de piezas, suficiente para reconocer su extraordinario potencial y su especial sentido de la belleza.
Ambre es una de las primeras composiciones de Nils Frahm, un músico alemán con base en Berlín cuya música no ha dejado de evolucionar desde entonces, con trabajos de base más electrónica y más riqueza de arreglos. Pero yo me sigo quedando con el impresionismo de este tema, con su extraña capacidad de evocar los paisajes más melancólicos en los que se cuelan pequeños haces de luz que van iluminando lentamente pequeños espacios y que desaparecen casi al instante. Que duda cabe de que la unión de la música de Nils y la danza de Post:Ballet no podía dejar a nadie indiferente.