Sin embargo TGAMH es uno de los que más resalta. Con su decoración vintage y grandiosa, compuesta por columnas y detalles en madera que hace juego con su tamaño; a mitad de camino entre pequeño y mediano. Su capacidad es para alrededor de 600 personas de pie frente al escenario y unas 200 más en los balcones del segundo piso que rodean el escenario y la "arena", de los cuales 100 pueden estar sentados.
Directo a reservar mi silla en el balcón izquierdo cerca de la tarima. En el segundo piso unas camareras te sirven lo que quieras comer o tomar, así que no hay necesidad de ir hasta la barra con riesgo a perder un puesto casi perfecto desde donde puedes descubrir algún porqué Black Lips ha tenido tanto hype y buzz por parte de público y crítica.Con un nombre como Personal & The Pizzas, no me hago ninguna expectativa acerca del primer grupo en tocar. Con pintas y concepto visual rockabilly-ramonesco, la música de estos señores puede hacerlos clasificar en un concurso donde se busque una banda que versione Ramones. Ni más ni menos, es decir, no suenan mal, entretienen por un momento, pero luego quieres que se bajen y pongan un disco de Ramones hasta que se monte Black Lips. Por cierto, tienen una canción que se llama Joey cantada con la melodía de I Wanna Be Your Boyfriend. Una combinación bastante Personal.
Pero esa noche estuvieron tranquilos, han crecido y madurado, ya son unos hombrecitos de 22; tal vez la edad promedio del público en el 1er. piso, quien en todo momento desató el caos que no se veía en tarima. Moshpit, stage dancing, crowd diving, beer throwing y demás demostraciones de adrenalina concertera con nombres en inglés fueron la constante, muy al contrario de su local "hermana" Slim's, donde todo eso queda prohibido. La perfecta visual desde mi área del balcón hizo que me arrepintiera de no llevar -casi- nunca una cámara a los conciertos, hubiese podido tener un álbum completo de antología llamado "Moshpit, stage dancing, crowd diving, beer throwing". Por el contrario, el grupo se limitó a dar brincos y de vez en cuando batear con la guitarra vasos de cerveza medio vacíos. Aparte de eso, tocaron. Mi playlist pre-concierto empezaba con Sea of Blasphemy -Los Valientes del Mundo Nuevo, 2007-, seguida de Family Tree -la que abre el disco nuevo-, justamente las 2 primeras canciones del set. Modern Art y Dumpster Dive son otras de las nuevas que recuerdo, a parte de O Katrina -Good Bad Not Evil, también de 2007- y unas cuantas más que no había escuchado pero me mantuvieron igual de satisfecho que el resto del repertorio.
Con un sonido mucho mejor que el de sus discos antes de Arabia Mountain, la actitud desatada del público era comprensible, el rock de bar acabatrapo que salía de las cornetas era suficiente para entender el buzz que causan sus shows más allá de su comportamiento en tarima. Los tipos prácticamente acaban de salir de la adolescencia, pero la confianza y soltura con la que tocan hace que la música fluya en un mar de euforia en el que todos los presentes están dispuestos a ahogarse.
Un concierto al que entré medianamente escéptico y del que salí convencido, con disco y franela nueva. Black Lips rocks, y en vivo más.