La fundadora de las Hermanas de san José de Cluny fue la hoy beata Anne-Marie Javouhey (1779-1851). A ella dedicaremos este artículo con el fin de acercar al lector hispanohablante la figura de esta gran misionera y educadora del África negra.
Me empecé a interesar por esta religiosa −y por la congregación que ella fundó− a raíz de la admisión de mi hijo Víctor en el centro educativo San José de Cluny que estas religiosas regentan en Pozuelo de Alarcón. Los datos que a continuación proporcionaré son simplemente el fruto de una somera recopilación de diversas fuentes.
Beata Anne-Marie Javouhey
«La santa voluntad de Dios»
La beata Javouhey [1] nace en un pueblo llamado Jallanges, que pertenece al departamento francés de Côte-d'Or, departamento este que, a su vez, se encuentra bajo la jurisdicción de la región de Borgoña. Corría el año 1779, durante el mes de noviembre. Su vocación particular dentro de la Iglesia se centró desde un principio en la educación de la infancia y el cuidado de los enfermos, tareas principales para una Iglesia que en Francia estaba aún bajo los efectos de la Revolución y que, por tanto, se había visto dañada tanto en lo económico como en lo espiritual. Por otra parte, la sociedad francesa postrrevolucionaria también se hallaba muy mermada económicamente, siendo muy necesaria la ayuda de los más necesitados e indigentes. Además, junto a las tareas de la educación y de la atención sanitaria, Anne-Marie veía que su labor habría de desarrollarse unida a la naturaleza misionera de la Iglesia.
Esto se verá confirmado cuando sólo once años después de que el emperador Napoleón aprobase la fundación de las Hermanas de san José (1806) el gobierno francés pidiese a la congregación que fundase casas en las colonias (1817). Pero todo tiene su origen en el año 1800: entonces, Anne-Marie se dirigió a Besançon, donde se acababa de fundar una escuela para niños desvalidos. Sin embargo, durante una visión se ve rodeada de hombres negros y de piel oscura, y escucha una voz que le dice: "Son los hijos que Dios te da. Soy santa Teresa; seré la protectora de tu orden"; al momento, regresa a su hogar, donde continúa la enseñanza de las primeras letras y el catecismo a niños de Seurre y Dole. En Suiza ingresa en la congregación de religiosas cistercienses de la Observancia Estricta, conocidas como trapenses. Sin embrago, según ella misma relata, escucha una voz que le indica que su misión será fundar una congregación que auxilie a la población negra. La casa madre, fundada en 1812 y comprada con la ayuda del padre de Anne-Marie, será establecida en la ciudad de Cluny (tan famosa por la reforma cluniaciense), en un antiguo convento abandonado, y recibe el nombre con el que hoy es conocida la congregación a lo largo y ancho del mundo: San José de Cluny.
Las dos primeras islas coloniales donde se establecerán las hermanas serán la Isla de Bourbon y la Isla de Réunion. Para dirigirse a Bourbon, Anne-Marie viajó a Brest, donde llegó el 15 de mayo de 1826 para posteriormente acompañar a otras hermanas hacia la isla.
En 1826, compró una casa en la Rue Vauban, ya que Brest se había convertido en el puerto de embarque para las colonias. Esta pequeña comunidad se va a abrir clases gratuitas para niñas pobres con el consentimiento del Obispo y el Ayuntamiento de Brest, que asume la responsabilidad de la financiación de tres clases. Anne-Marie Javouhey hizo estancias frecuentes y largo plazo en África: Senegal, Sierra Leona y Gambia y, más adelante, en Guyana. Es allí, en Mana, donde organiza un notable complejo agrícola. En nombre del Evangelio, que defiende la dignidad de todo ser humano, está preocupada por la situación de la mujer. Así, Anne-Marie se hace cargo de un trabajo nada agradable: la emancipación de la raza negra de Mana a pesar de la hostilidad de los colonos e, incluso, del propio clero.
En 1843, regresó definitivamente a Francia después de una larga estancia en Guyana. Hasta su muerte, 15 de julio 1851, continuó su fundación y está intensificando sus actividades para que la congregación fuese reconocida oficialmente por el Papa. A su muerte, la Comunidad contaba con más de 1.000 religiosas y en la actualidad tiene alrededor de 3000.
Anne-Marie Javouhey fue beatificada por el Papa Pío XII 15 de octubre 1950. Su memoria se celebra el 15 de julio. El Papa Pío XI ya le había concedido el título de "primera mujer misionera" como justo reconocimiento a la primacía que da en su actividad a la evangelización.
Bibliografía
* Bernoville, Gaetan, Una gloria della Francia missionaria. La beata Anna Maria Javouhey, fondatrice delle suore di s. Giuseppe di Cluny. Roma, 1950.
* Rusconi, Domenico, La beata Anna Maria Javouhey, pioniera delle missioni, (1779-1851). Fondatrice delle suore di S. Giuseppe di Cluny. Roma, 1950.
* Fernández Pombo, Alejandro, Tras las huellas de Ana María Javouhey [Monografía] BAC, Madrid 2007. ISBN 13: 978-84-7914-891-1.
* Javouhey, Anne-Marie, Cartas, publicadas por las Hermanas de San José de Cluny de Pozuelo de Alarcón en varios volúmenes, en los años 1984, 1985, 1986, 1987. Los respectivos ISBN aquí.
* Merlaud, André, Ana María Javouhey : genio y audacia, BAC, Madrid 1991. ISBN 13: 978-84-7914-032-8; ISBN 10: 84-7914-032-1
Notas
[1] Según parece, el apellido Javouhey es de origen judío. En hebreo significa 'la benéfica' y en arameo 'la señora'.