San josé en cuaresma. 10 consejos

Por Joseantoniobenito

El 19 de marzo es san José. En España casi todas las familias tenían un José (“Pepe”); en la mía te tocó a mí por heredarlo de mi abuelo; y era fiesta grande, ¡de guardar!; y además era el día del Seminario, el día del padre.. Toda una fiesta. Ahorita, la verdad, pasa casi desapercibida. Pues para que no decaiga fiesta tan grande, les invito a degustar este precioso texto de otro PEPE (con mayúscula) Monseñor José Ignacio Alemany Grau, Obispo Redentorista, director de Radio María en Perú. La imagen está tomada de un cuadro entrañable del despacho de Mons. Pedro Hidalgo a quien agradezco la gentileza.

La fiesta de san José cae, casi siempre, en cuaresma.

Pero la liturgia no deja de darle importancia.

Gran fiesta, (“solemnidad”) para un gran santo.

Un maravilloso modelo en el camino de la perfección que se nos pide a todos.

Recordemos lo poco que dice de él la Escritura, pero las maravillas que supone ser esposo de la mujer más santa y además ser padre adoptivo del Verbo de Dios encarnado; es decir, hacer las veces de Dios Padre aquí en la tierra para el Verbo que, al hacerse pequeño, llegó al mundo indefenso como cualquier otro niño.

Recordemos y meditemos.

1. Comienza tú mismo gozando al ver el giro que da la genealogía que nos presenta San Mateo, en el capítulo primero:

Todos los hombres de la lista “engendraron a” pero, llegando a Jacob, dice: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”:

¡José hará las veces de Dios Padre para con un hombre que es, al mismo tiempo, Dios!

2. Santa María desposada con José.

Luego se casaron. Pero antes de convivir, María por obra del Espíritu Santo engendra a Jesús.

Para la sociedad José será siempre como el verdadero padre de Jesús.

¡Qué felicidad y qué buen gusto el de José que escogió a María como esposa: dos jóvenes maravillosos!

3. “José, como era justo… resolvió repudiarla en secreto”.

José, hombre de Dios (que eso significa que es justo), sufre y está dispuesto a sacrificar su propia vida porque no puede soportar y al mismo tiempo no puede entender que una mujer santa esté encinta y no de él.

El verdadero hombre justo, imitando a José, no lo arregla todo echando la culpa a los demás.

4. Se le aparece en sueños un ángel del Señor y le descubre el misterio maravilloso.

En adelante José vivirá del secreto más grande de la historia. Dios es un hombre y un hombre es Dios.

Vivirá junto a la mujer santa y junto al Verbo santísimo del Padre. Secreto ignorado por todos.

Hay muchas personas que no tienen capacidad de guardar secretos. Posiblemente porque están demasiado vacías por dentro.

5. Despertando de aquel sueño, un sueño que José sintió que era un anuncio de Dios fue a abrazar a su mujer, a su amada María. En ella respetó para siempre la virginidad que había respetado Dios al hacerla fecunda por obra del Espíritu Santo.

Amor que no respeta no es amor. Lógicamente cada uno en el estado de vida que ha elegido.

6. Otra vez el ángel del Señor se aparece en sueños a José:

“Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; estate allí hasta que yo te lo diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”.

Con rapidez, en plena noche, José toma sus dos grandes amores, Jesús y María, y huye a Egipto.

Allí José será la providencia especial para Jesús y María.

Donde quiera que estemos hemos de esforzarnos en la unión con Dios y en el trabajo de nuestras manos para ganar el pan.

7. Muerto Herodes, el ángel, otra vez en sueños le pide a José que regrese a su tierra:

“Levántate, toma contigo al niño y a su madre y ponte en camino…”

Y José no lo duda. Toma consigo al niño y a su madre y regresa a Israel. No queda en Nazaret ni en Jerusalén. La prudencia le pide que vuelva a Nazaret para cuidar mejor a los suyos.

Más que andar pidiendo milagros, hemos de esforzarnos, como dice el refrán: “A Dios rogando y con el mazo dando”.

8. Con angustia José y María buscan a su hijo perdido. No entienden nada:

¿Por qué nos dejó?

Después de tres días lo encuentran en el templo.

José, hombre de prudencia y de silencio, calla.

María, corazón de madre, pregunta: “¿Por qué nos has hecho esto?”

José oye una vez más su misión, la misión de José: “¿No sabían que yo debo estar en la casa de mi Padre?”.

José, hombre santo, que calla y acepta.

José, hombre trabajador, providencia de Dios para los seres más queridos del Eterno.

La Iglesia lo ha entendido muy bien y se ha confiado a San José como a su patrono y protector.

9. “Bajó con ellos y vino a Nazaret y vivía sujeto a ellos”.

Y un día el Padre de verdad llamó al padre adoptivo.

José tuvo la despedida más maravillosa que jamás tendrá criatura alguna.

Se durmió para este mundo entre los brazos de su esposa santa y de su hijo adoptivo que era Dios.

10. Acudamos a José, que lógicamente es el mejor abogado de una buena muerte.