Con más de mil años de historia, San Miguel de Aralar se alza sobre el valle de La Sakana a los pies del monte Artxueta, con unas vistas inmejorables de las sierras de Urbasa y Andía. En los bosques de detrás se esconden dólmenes milenarios, y quién sabe si también el mismísimo Basajaun.
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