El obispo, San Federico de Utrecht (18 de julio) le envió a misionar a los frisones, tierra de gente áspera, donde se mezclaban el antiguo paganismo y algunas herejías que renacían. Asentó su “sede” en Stavoren, desde donde les convirtió poco a poco, a base de una incansable predicación y especialmente los buenos ejemplos de caridad (se le suele representar con un tazón de comida; la que daba a los pobres) y algunos milagros. El más conocido y que se suele representar en su iconografía, cuenta que en una ocasión mientras predicaba, una enorme piedra que había junto a la iglesia de Stavoren se dejó llevar por el mar, como si fuera una piedrecilla. Entonces, predijo a los frisones que su fe cristiana sería desterrada, pero al igual que aquella piedra un día volvería a su sitio, la fe regresaría. Efectivamente, con la invasión normanda la fe quedó en mínimos, para florecer siglos después. Y allí está la piedra, que subió del mar, nuevamente junto a la iglesia. Aquí fundó un monasterio de canónigos regulares de San Agustín, que también le tienen como santo propio.
Odulf regresó a Utrecht ya anciano, en 855 (865 según Ruinart), para descansar y morir, ese mismo año. Se le atribuye una perturbadora obra sobre los tipos de demonios (íncubos, súcubos, etc.) y sus efectos en las almas, que en realidad es un apócrifo posterior, con tintes esotéricos.
El ángel le conmina ir a Utrecht.
Vidriera del siglo XX.
Iglesia de San Odulf, Borgloon.
En 1034 el obispo de Londres compró en un mercado un relicario con unas supuestas reliquias de San Odulf, que vendió al abad de Evesham, en cuya abadía se colocaron solemnemente después de “haber sido rescatadas luego de la invasión normanda a Stavoren en el año 1000, cuando fueron robadas”, lo cual es solo una leyenda inventada, porque consta que Odulf fue enterrado en la hoy desaparecida iglesia del Salvador de Utrecht. Las peregrinaciones comenzaron, y la devoción al santo alcanzó cotas altísimas, convirtiéndose en uno de los santos holandeses más populares. Su memoria era fiesta nacional, y día de mercado y ferias. Algunos de sus atributos iconográficos, además del tazón antes dicho, es la manzana, pues la leyenda dice que los profesores le compensaban sus esfuerzos con una de estas frutas, y que él regalaba a los más pobres. Este atributo le ha hecho patrono de las huertas y cosechas de manzanas.
Fuentes:
-“Colección de Santos Mártires, confesores, y varones venerables del clero”. Tomo II. FERNANDO RAMÍREZ DE LUQUE. Madrid, 1805.
-“Acta Sanctorum. Junio. Tomo III".