«Oculta su origen en la oscuridad de los tiempos, según los cronistas»
Así de legendario es el comienzo del libro La Iglesia de San Román de Toledo (Iberdrola) y a mí me parece una bonita forma de dar paso a esta publicación.
La Iglesia de San Román o el Museo de los Concilios y de la Cultura Visigoda es la primera visita de mi etapa toledana. Lo disfruté a más no poder. Además, como fui de miércoles por la tarde, fue gratuito y estaba yo sola junto a tres visitantes más. Además de esos pocos visitantes y mi cuerpecillo, relacionados con la historia de este edificio tenemos a dos ilustres personajes más.
En primer lugar, Esteban Illán, quien fue alcalde de los mozárabes de Toledo y podemos ver lo que queda de su sepulcro en el interior. La figura de Esteban Illán nos lleva a la de Alfonso VIII, quien fue proclamado rey por el citado regidor en esta iglesia, o eso cuenta la leyenda. Este hecho hace que San Román sea un lugar trascendente en la ciudad de Toledo.
Como ya le había echado un vistazo al libro de Iberdrola de su colección Cuadernos de Restauración, no sólo sabía que la iluminación de este muse la lleva esta empresa energética, sino que pude disfrutar de las pinturas un montón porque las pude interpretar muy bien.
Lo que más ilusión me hizo ver fueron las pinturas del interior de los arcos (intradós), donde se encuentran representados los fundadores, obispos y padres reformadores de la Iglesia. Son de marcapáginas total, y si no mirad a Bernardo y a Benedicto. Son super preciosos.
Si seguimos haciendo una especie de ranking, lo siguiente que más disfruté fue el fresco de La resurrección de los muertos, donde todos los sarcófagos están abiertos y hay gente saliendo de los mismos. Un ángel con trompeta orquesta este momento zombi total. ¡No me digáis que no es super molón!
En el tercer escalón del podio de lo guapo, un dragón rojo lleno de dramatismo ¡Viva el drama y el teatro! Parece ser que esta parte de la pintura pertenecía a una Lucha del arcángel San Gabriel con el dragón.
Si estamos dentro del Museo de los Concilios, hasta aquí ya tenemos contada la parte cristiana con las pinturas. Así que habrá que conciliar al resto de religiones. ¡Seguimos!
Le toca el turno a la parte visigoda con una vitrina que contiene una réplica del Tesoro de Guarrazar. Orfebrería de coronas, cruces y piedras preciosas hacen las delicias del visitante. Me recordó a cuando estuve en el Musée Cluny o de la Edad Media de París, el cual alberga en su exposición parte de este tesoro junto al Museo Arqueológico Nacional y a la Armería del Palacio Real.
Lo que más llama la atención de esta iglesia son sus arcos de múltiples formas. Arcos de medio punto, de herradura, polilobulados, tumidos… Es una pasada deambular entre ellos mientras miras haca arriba con la boca abierta embobado bajo todas esas formas.
Otra parte que me llamó la atención fue la cúpula renacentista que hay en el altar. Toda de blanco contrasta con el gran colorido cálido del resto del templo. Como dato, las pechinas, de donde arranca la cúpula, están decoradas con David, Isaías, Hababuc y Agar.
Podría seguir contando bondades estéticas de este templo, pero se nos haría eterno. Así que lo mejor que puedo hacer es recomendaros ir y que disfrutéis de ello. Ahí os dejo la puerta abierta.