Originario de la Vaucluse, de niño se dedicó al pastoreo, hasta que lo abandonó todo para irse a un bosque cercano, para vivir como eremita. Luego de años de vida en solitario emprendió una peregrinación a Roma, pasando por varios santuarios donde veneró las reliquias de los mártires, allí depositadas. Al regresar, en 568, fue elegido obispo de Cavaillon por Sigebert I. En 585 estuvo presente en el Concilio de Macon, en el cual, entre otras cosas, se declaró que las mujeres tenían alma al igual que los hombres. Ya veis que tipo de creencias tendrían algunos.
La leyenda cuenta que en Fontaine-de-Vaucluse, libró al pueblo de un feroz dragón llamado Coulobre, que no les dejaba en paz, asolando los campos, robando las bestias y a las muchachas. El santo le exorcizó, le ató con la estola y lo condujo a los Alpes, donde murió de hambre. Este pueblo, llamado Saint-Veran, aún mantiene su memoria por medio de una fuente de aguas milagrosas, en la que puede verse la escultura del dragón. Según San Gregorio de Tours (17 de noviembre) sanó a muchos enfermos, trazando sobre ellos la señal de la cruz e invocando el Nombre de Jesús.
Fue parte de los obispos que nombró el rey San Gontrand de Borgoña (28 de marzo) para que investigasen el asesinato del obispo San Pretextato de Rouen (24 de febrero), asesinado por la reina Fredigundis. Fue padrino de Thierry II, hijo de Childeberto II. El bautismo se realizó en la catedral de Orleáns, en 587. Dos años más tarde, le vemos entre los obispos que restauran el orden entre las monjas de la abadía de Santa Cruz de Poitiers. En 590 se desató una epidemia de peste, que se llevó al santo obispo, el 13 de noviembre de este mismo año, mientras estaba en un Concilio en Arlés. Fue enterrado en una pequeña iglesia que el santo obispo había edificado en Fontaine-de-Vaucluse, en honor de Nuestra Señora. Allí puede verse aún su sepulcro de la época merovingia. En el siglo X allí se levantó el priorato de Santa María y San Verand. En el siglo XI una parte de sus reliquias se llevaron a la catedral de Orleans, y a la Colegiata de Jargeau, de cuyos canónigos era patrono. Dicen que el siglo XII el santo obró un milagro que fue conocido por muchos, cuando Raymond IV, marqués de Provenza, pateó en el trasero a Benedicto, obispo de Cavaillon. Quedó el marqués con la pierna seca, y no se curó hasta que fue cojeando y arrastrándose hasta la fuente del santo e imploró perdón. El santo se le apareció y exigió varios privilegios, entre ellos un feudo para el obispo. El marqués accedió y fue sanado. En fin...
Es patrón de los pastores y patrono de los rebaños. Se le invoca la idolatría y la peste.
Fuente:
-“Histoire de Saint Véran anachorète à Vaucluse, évêque de Cavaillon”. J.-F. ANDRÉ. París, 1858.