Estados Unidos considera Sánchez un tipo indigno y nada fiable y eso no se borra de la noche a la mañana, por mucho que Sánchez se arrastre como un gusano ante el líder de Occidente, aunque envíe aviones, barcos, armas y soldados a las fronteras de Rusia y aunque se someta como un cordero a lo que le manda el amigo americano.
Sánchez no quiere enterarse que no contará con el respeto y el apoyo de Washington mientras mantenga su alianza de gobierno con comunistas totalitarios, amigos de Putín, y busque el apoyo parlamentario de antiguos terroristas y nacionalistas extremistas catalanes y vascos.
Pero hasta ahí no puede llegar Sánchez, que está dispuesto a todo, incluso a renunciar a la dignidad debida como representante de España, menos a prescindir de los que le permiten gobernar. El gobierno es el delirio, el placer y la única obsesión de Pedro, sabedor de que sin el apoyo de Podemos, su coalición se desmorona y tendría que ir a unas elecciones que, frente a una sociedad española rabiosa por la crisis, la ruina económica, el expolio fiscal, la carestía de la electricidad y los combustibles y sus muchas meteduras de pata, tiene perdidas de antemano.
Basta echar una mirada sincera y libre a España, sin sucumbir a las mentiras de la Moncloa, para descubrir que Sánchez es la peor desgracia que le ha ocurrido a España de los últimos 200 años, junto con la pérdida del Imperio Colonial 81898) y la Guerra Civil (1936) y que es urgente revertir esta situación o estaremos condenados a más hambre y miseria. Da escalofríos pensar que si en 3 años y con sólo el 28 por ciento de los votos, casi ha logrado destrozar la nación más antigua de Europa, la de bestialidades que haría si disfrutara de un nuevo mandato. España no podría resistir esa desgracia letal.
Debe haber pocos en España a los que Sánchez no haya traicionado. Está dejando las cunetas llenas de cadáveres mal enterrados y eso siempre se paga, sobre todo cuando se trata del peor gobernante que ha padecido España en dos siglos y que su gobierno no cesa de causar daños terribles a España, a su riqueza, a su prestigio y a su futuro como nación.
España como nación es la gran damnificada por la política de Pedro Sánchez. El rechazo internacional a Sánchez le ha costado a España decenas de miles de millones de euros, perdidos en contratos internacionales vetados, exportaciones gravadas con royalties, marginaciones y inversiones extranjeras no realizadas. Los daños de Pedro Sánchez a España no se limitan al deterioro de la democracia, la desmoralización, el retroceso, la caída de valores y el deterioro de la unidad y la convivencia, sino que se extienden a la economía, a la influencia y prestigio internacional y a su competitividad y solvencia como país.
Con la ayuda del PSOE, de sus aliados, de la débil oposición y de los medios de comunicación comprados, el hundimiento integral de España en el mundo bajo el sanchismo está siendo ocultado al pueblo.
Las víctimas, Pedro, no perdonan y las tuyas ya son legiones.
Francisco Rubiales