Para conocer el éxito popular de un acontecimiento, una idea, un objeto o una persona, pone usted en Google lo que le interese y el buscados le contesta inmediatamente.
Por ejemplo, escribe o le dicta “Colchón+Pedro Sánchez”, y en exactamente en 0,36 segundos recibe 2,9 millones de referencias coincidentes con la primera decisión que tomó tras ser nombrado presidente del Gobierno español: cambiar el colchón que encontró en La Moncloa en colaboración con su esposa, Begoña.
Que aparezcan casi tres millones de citas muestra que no fue una decisión nimia, sino de importancia vital para la patria: pregunta usted por asuntos políticos clave para España y hay muchas menos citas.
En su auto-hagiografía “Manual de resistencia”, escrita por su “negra”, la periodista Irene Lozano elevada a secretaria de Estado, cuenta con gran prosapia lo el colchón, cuando el que encontró era nuevo, de Patrimonio Nacional, y no el usado por Mariano Rajoy, que había donado a una ONG el de su propiedad que tenía en Moncloa.
Que la primera decisión de Sánchez como jefe del Gobierno, contada con tono lírico y hasta épico fuera el cambio de tálamo, junto con la de pintar el dormitorio, se convirtió en una gran tendencia en internet por ser trascendental.
Claro que ahora todo son chascarrillos como este extraídos de su falsa autobiografía en la se presenta con similares simplezas cotidianas elevadas a grandezas.
Irene Lozano no ha sabido o querido --es bastante lista-- medir las incongruencias, errores y torpezas que retratan a su personaje, que le atribuye una frase de Hemingway a Einstein, y la de Fray Luis de León sabida por cualquier bachiller de el “Decíamos ayer”, que se la cuelga a San Juan de la Cruz.
Luego está lo de su autoafirmación y preocupación por ser demasiado guapo, con su irrupción en el programa de cotilleo Sálvame, justificada con la frase “Aunque fuera verdad que solo lo ven mujeres mayores e incultas, ¿cuánto vale su voto?”.
He aquí una personalidad que usted juzgará adecuadamente el 28 de junio, pensando si lo desea que el colchón de Sánchez recuerda mucho al diván que empleaba Freud con sus pacientes .
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SALAS