Pero llegó Felipe González, presidente del primer gobierno socialista de desastre y ruina, y comenzó la decadencia. Los socialistas desmontaron la industria, desmantelaron la sociedad civil, acapararon todo el poder para su partido y crearon las condiciones para que las empresas fracasaran o huyeran, iniciando una ruta hacia el empobrecimiento que ha hecho hoy de España el país más problemático de Europa y la economía más al borde del colapso y la quiebra.
Con Franco en el poder, no teníamos libertad para votar a partidos y a politicastros, pero España era fuerte y pujante, mientras que con la falsa y podrida democracia, transformada en secreto en una dictadura corrupta y ladrona de partidos políticos, tenemos libertad, sobre todo de expresión, aunque cada día más vigilada y mermada, pero avanzamos hacia la ruina con paso firma y somos un país sin peso, ni influencia, ni respeto, mal gobernado por gente que no sabemos si es más imbécil que malvada, corrupta o rencorosa.
No hace falta ser muy listo para solucionar el problema de las pensiones subiendo los impuestos. Es lo que siempre hacen los socialistas cuando llegan al poder: meten la mano en el bolsillo de los ciudadanos y les sacan todo lo que pueden para gastarlo ellos, no sólo en pagar servicios públicos, sino también para repartir entre sus amigos, corromper y comprar voluntades y votos para mantenerse en el gobierno, de la única manera que un mal gobernante puede lograrlo, mediante el truco, el soborno y la compra descarada de votos.
Derogar la reforma laboral que hizo el PP es un desastre y Bruselas ya lo ha advertido en repetidas ocasiones, pero Pedro Sánchez, para alcanzar el poder y lograr los apoyos necesarios, se comprometió a derogar esa ley que introdujo en la contratación laboral una flexibilidad que creó millones de puestos de trabajo. Si el ambicioso y fraudulento Sánchez hubiera necesitado para tomar el poder otra locura, como derogar la propiedad privada, también se habría comprometido a hacerlo, con tal de gobernar.
Comparar la España actual con la de 1975, cuando Franco murió, causa ya risa porque el franquismo vence en cada uno de los capítulos al lograr que un país sin apenas cobrar impuestos, con sólo un puñado de funcionarios y una administración austera y tremendamente eficaz, creciera cada año de manera espectacular, acercara su economía a la de los países más ricos del mundo y desbancara a decenas de países con su empuje, calidad, industria y capacidad emprendedora.
En cambio, la España que nos han construido los falsos demócratas corruptos es un bodrio problemático y en declive que da tristeza y pena, que, bajo el mandato de la izquierda, avanza hacia la pobreza, la ruptura de su unidad, la inseguridad, la desesperación, el fracaso, el desempleo, el endeudamiento suicida y el colapso.
Queda por ver si Europa va a permitir el desastre que está cocinando Sánchez, agobiando al país y a sus empresas con impuestos abusivos y derogando la eficaz reforma laboral vigente, pero es probable que le permitan ese abuso y ese drama porque con Sánchez en el timón, Francia, Alemania, Italia, Holanda y otros países europeos eliminan al temido competidor español.
Francisco Rubiales