Revista Opinión

Sánchez se niega a convocar elecciones anticipadas y nos impone dos años de propaganda

Publicado el 19 junio 2018 por Franky
Sánchez inicia su mandato ignorando lo que prometió al presentar su moción de censura ganadora y que ya es un verdadero clamor mayoritario en España: el deseo de elecciones cuanto antes para que su gobierno, legal pero apoyado por fuerzas bastardas y enemigas de España, se someta al criterio de la ciudadanía. Mal empiezan las cosas para la nueva etapa socialista de España: incumplimiento de promesas, apertura de la caja de la propaganda y las mentiras del poder y carrera loca hacia el desastre económico. Lo anunció ayer en su primera entrevista, concedida a la primera cadena de Televisión Española en horario estelar y realizada con el típico servilismo que se otorga a los dictadores: sin preguntas complicadas, sin tocar los temas espinosos y con periodistas complacientes, toda una vergüenza para una país enclavado en Europa, para una ciudadanía democrática y decente y para el periodismo libre, que entiende que su principal deber es fiscalizar a los grandes poderes en nombre de la verdad y del pueblo. --- Sánchez se niega a convocar elecciones anticipadas y nos impone dos años de propaganda Lo que Sánchez ha anunciado son dos años completos de propaganda, de gestos y de gastos, no de gobierno porque con sólo 84 diputados carece de apoyos suficientes para legislar y gobernar. Está decidido a agotar la legislatura, a pesar de que prometió sancionar lo antes posible su toma del poder con el voto del pueblo, como es preceptivo en democracia. La loca carrera de la propaganda, que incrementará el déficit y empobrecerá más a España, pero que a él le procurará popularidad y votos, ya ha empezado su loca danza: expulsar a Franco del Valle de los Caídos, sanidad universal, fronteras más abiertas, traslado a cárceles catalanas de los golpistas del odio, concesiones diversas a Quim Torra y sus nazis, eliminación del copago de medicamentos, subida de las pensiones según el IPC, más impuestos a empresas, clases medias y ricos, algunas autopistas liberadas de peaje... medidas todas que conducen al endeudamiento y a la ruina económica, justificadas sólo desde el ansia de poder y de votos.

La presidencia de Sánchez es legal, pero arrastra un profundo déficit democrático por dos poderosas razones:

1.- Su gobierno, fruto de una maniobra en el Congreso, existe gracias a los apoyos de algunos partidos que son claramente enemigos de España y que tienen como ideario la ruptura del Estado.

2.- Porque carece de los votos populares emitidos en las urnas, que son los únicos que otorgan verdadera legitimidad en democracia.

La ecuación de Sánches es peligrosa y demencial: se propone gobernar para ganar votos, lo que equivale a gastar mucho dinero y a utilizar la propaganda más que las leyes. El suyo será un gobierno débil de gestos y de gastos, sin las reformas que España necesita, un mandato despilfarrador y contrario a las directrices económicas de Europa, que disparará todavía más los dos grandes dramas de la economía española: el déficit y el endeudamiento, mientras queda también amenazado el crecimiento económico en marcha porque las empresas empezarán a frenar sus inversiones y a escapar de los impuestos que Sánchez tendrá que imponer para financiar sus medidas.

Frente al Sanchismo, que es la enfermedad infantil y alocada del Zapaterismo, sólo cabe una respuesta democrática: que el pueblo exija, con todas sus fuerzas, el veredicto inmediato de las urnas.

La suya es una ruta alocada porque su mandato es una demente carrera hacia adelante, hacia medidas populares que no siempre serán convenientes, que pone en peligro el camino actual de España hacia la recuperación económica, sin que a él le importen los ministros imputados, los peajes vergonozosos que tendrá que pagar a los nazis enemigos de España, los errores ya cometidos y los curriculos falseados, entre ellos el suyo propio, donde se inventan títulos y méritos que nunca existieron y en la que se tomarán medidas que provocarán una huida de empresas, atribuladas por subidas de unos impuestos que ya son los más duros de Europa, en relación con la economía y los salarios.

Francisco Rubiales



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