El espectáculo de un dictador atacando a otro dictador es lamentable y triste. Franco fue un dictador coronado por el éxito, que hizo de España uno de los países más prósperos y pujantes del planeta, mientras que el dictador Sánchez está enterrando el prestigio de España y empujando al país en la corrupción, delincuencia, división, odio endeudamiento, injusticia y desprestigio.
Utilizar a Franco para tapar las propias miserias y fracasos es un error porque esa política hace grande al viejo dictador y agrega bajeza, suciedad y cobardía al sanchismo del presente.
El recurso a la división, el enfrentamiento y el guerracivilismo es otro error sanchista, una irresponsabilidad y una inmensa inmoralidad corrupta.
Ningún español, salvo él propio Sánchez y algunos miembros de su cuadrilla de insensatos, tiene interés alguno en resucitar la memoria de Franco y de aquella Guerra Civil que destrozó a España y la llenó de cadáveres.
Franco, en su tumba, avanzaba hacia el olvido, pero llegaron Zapatero y Sánchez, dos socialistas descerebrados y más dictadores que el viejo general, para sacarlo de la tumba y convertirlo en un arma política arrojadiza.
Sánchez va a acusar de franquistas tanto al PP como a VOX, creyendo que de ese modo les restará votos y logrará ganar las próximas elecciones, pero se equivoca porque sólo conseguirá convertir a Franco en un héroe y acentuar su declive como político rechazado y odiado por su pueblo, que ya no le permite salir a las calles, donde siempre es abucheado y pitado por mareas de ciudadanos indignados.
La nueva cortina de humo sanchista contra Franco se agrega a la enorme retahíla de mentiras e insultos que ya ha utilizado contra el dictador, al que está haciendo grande.
El pueblo, ante los ataques a Franco los compara y de esa comparación sale perdiendo el nuevo tirano Sánchez, más transgresor, más hipócrita, más corrupto, igualmente enemigo de la democracia y de la libertad.
La España de Sánchez, gracias a su obsesión antifranquista, aparece ante el ciudadano con toda su desnudez obscena, atacando la independencia judicial, colonizando las grandes instituciones, sometiendo y castrando al Ejército, comprando medios de comunicación y periodistas, mintiendo a diario, endeudando el país, perdiendo prestigio en el mundo y alzando contra él a millones de españoles, la parte más digna, decente y democrática de la nación, la que le desprecia por ser un cobarde desalmado que, para mantenerse en el país, vende la patria y apuesta por la división, el odio y el rencor.
Francisco Rubiales