La masturbación femenina es el tema principal del libro editado por Sandra Campó, escrito en la íntima primera persona del singular de siete mujeres. Imposible que no hubiese dado que hablar. La escritora peruana, que desde hace cuatro años está al frente del blog Chicas Malas, se ha convertido de esta manera en una de las voceras más controversiales y honestas del feminismo en nuestro país. Hoy tengo ganas de mí, por tanto, habla de muchas más cosas que placeres carnales. Son sietes textos autobiográficos escrito por siete voces femeninas que tratan de reivindicar aquello que las mentes más conservadoras de nuestra sociedad le niegan a la mujer: su derecho a hacer con su cuerpo lo que le plazca.
Ahora Sandra Campó quiere compartir con nosotros el primer capítulo de su libro, en el que ella escribe sobre su propia experiencia personal con la masturbación en la adolescencia. La autora refiere en su blog que en quechua el fuego tiene nombre de mujer: Nina. Y eso, además de haberse convertido en su alias virtual, para Sandra Campó es algo muy significativo.
HOY TENGO GANAS DE MÍ, por Sandra Campó
No recuerdo cuántas mañanas de mi adolescencia oí la voz de mi mamá y sus pasos mientras subía las escaleras anunciándome que era la hora de despertar para ir al colegio. Pero sí recuerdo que muchas de esas mañanas, en medio de la somnolencia, abría los ojos y me encontraba con mi desnudez de 13 años al descubierto, luego de una noche en la que había tenido un intenso y apasionado encuentro sexual conmigo misma.
Unos minutos antes de que mamá abriera la puerta de mi cuarto habían sido suficientes para esconder mi cuerpo bajo las sábanas –manchadas aún con las húmedas huellas de mi placer– y simular que recién despertaba. Ella nunca se dio cuenta y yo, durante muchas noches más de mi adolescencia, seguí deseándome y complaciéndome en secreto.
Tampoco recuerdo cómo descubrí la masturbación, pero cuando lo hice se convirtió en una de las actividades, además de la lectura y la escritura, que más disfruté en soledad por esos años. Sin embargo, cuando comencé a tener vida sexual con parejas o compañeros eventuales, caí en la trampa común: creí que la masturbación era un sustituto menor de las relaciones sexuales compartidas y la dejé de lado. Me olvidé de ese espacio en el que disfrutaba de mí misma sin testigo alguno, acariciándome donde más me gustaba, susurrándome las palabras precisas en el momento exacto, apretando y soltando, transpirando y lamiendo, gimiendo y gritando hasta terminar con una sonrisa de placer en los labios.
Hoy, una década después y luego del final de una larga relación de pareja, he vuelto a encontrarme conmigo, a desearme intensamente, a desnudarme para mí, a gustarme con locura, a deleitarme con mi sensualidad, a descubrirme apasionada y ardiente bajo mis dedos, a humedecerme los labios: los de la boca y los de la vulva.
Y esta vez sé que nada ni nadie hará que deje de disfrutarme de pies a cabeza, centímetro a centímetro de piel, con una pasión incandescente que alimenta el deseo que siento hacia mí misma. La masturbación ha vuelto a mí para quedarse conmigo hasta llegar al final de cada orgasmo y hasta el final de mi vida.
En estos últimos meses y a través de cada uno de mis encuentros, que son maravillosos ejercicios de autoconocimiento corporal y autonomía sexual, he llegado a comprender que no existe nadie que pueda satisfacerme eróticamente ni que pueda hacer realidad todas mis fantasías como yo lo hago. Así que se aceptan compañeras o compañeros para la aventura, pero esta viajera ya tiene su favorita: ella misma.
Y tú que me estás leyendo, ¿qué esperas para masturbarte? Está al alcance de tus manos –de tus dedos, para ser más específica– y de tu imaginación.
No dejes pasar la oportunidad de gozarte cuando quieras, como quieras y con quien más quieres, osea contigo misma.
Sandra Campó publicó este testimonio titulado Hoy tengo ganas de mí en su blog Chicas Malas el 26 de mayo de 2013, el cual dio origen al libro del mismo nombre.