POR GUARDIANES DE LA MEMORIA.
José Sanjurjo Sacanell.
La verdad es que el protagonismo del Real Betis Balompié y su entorno como núcleo y refugio del fascismo sevillano antes, durante y tras la Guerra Civil española no deja de apabullarnos.
Sus listas están plagadas de conspiradores, golpistas y represores, pero no unos cualquiera, no, sino la creme de la creme.
Sabíamos que el Club fue fundado y dirigido por algunos de ellos, como los hermanos Alarcón de la Lastra, los Del Castillo, los Hermosa o el imprescindible José Cuesta Monereo, alma y cerebro del complot rebelde de Sevilla, y clave de todo el alzamiento nacional. Cuesta, fundador del Balompié, llegaría incluso a ser Presidente de la Junta Consultiva del Real Betis Balompié allá por los años sesenta y setenta del siglo pasado.
También sabemos, y hemos contado ya, que la Tertulia Cultural Bética, ese foro definido como la “verdadera Secretaría del Real Betis Balompié” por quien fuera su presidente, Antonio Moreno Sevillano, era, en los meses previos al golpe de Estado, lugar de encuentro de los conspiradores, siendo destacados miembros de la misma, entre otros, el mismísimo Gonzalo Queipo de Llano (Presidente de Honor) o Francisco Bohórquez Vecina (Presidente efectivo). La ultraderecha sevillana tuvo allí también su cobijo, con personajes del calibre de Juan Martín Maroto o los Hernández Nalda. Está claro que estos personajes, cuando se reunían en las instalaciones de la calle Tetuán, por ejemplo, en los meses de mayo, junio y julio de 1936, seguro, seguro, que sólo hablaban de fútbol. Si quiere conocer más detalles, no se pierda lo dicho aquí: “Tertulia Bética, un nido de …”, “Cree el manipulador que todos son de su condición” y “Más polluelos de la Tertulia Bética”.
Fueron socios y directivos del Real Betis Balompié otros “ilustres” fascistas como los generales Sáenz de Buruaga, Luengo Muñoz, Castejón, Coca de la Piñera y Sánchez-Laulhé, el auditor de guerra José María Doménech Romero, el abogado Adolfo Cuéllar Rodríguez, ideólogo del de la radio como medio de aterrorizar a las masas por parte de su íntimo amigo Queipo de Llano, y guionista de algunas de sus famosas arengas. En fin, si quieren saber más, repasen la nómina de la Peña del Pollo.
Hoy, sin embargo, hemos de reservarle un hueco de honor a otro señaladísimo fascista, el General José Sanjurjo Sacanell.
A la izquierda, Francisco Franco, junto con su amigo y compañero,
el general Sanjurjo, a la derecha
Tiene Sanjurjo el dudoso mérito de haber sido un golpista reincidente, nada menos que por partida triple: partícipe del levantamiento liderado por Miguel Primo de Rivera en 1923; del suyo propio, la famosa “Sanjurjada” de 1932; y de la sublevación definitiva de julio de 1936, hasta el punto, en este último caso, de que estaba destinado a ser el comandante en jefe de los ejércitos rebeldes, impidiéndoselo un accidente aéreo cuando se disponía a dirigir a los suyos, el 20 de julio de 1936.
Podríamos regodearnos en las atrocidades y hazañas viles del personaje, pero no tenemos estómago ni queremos hacerle hueco a tanta basura en este blog. Acudan a fuentes históricas especializadas y objetivas, hay abundante bibliografía, si quieren realizar una aproximación sobre la figura de esta inocentísima criaturita. Ídem respecto a Queipo, Bohórquez y compañía, si pueden soportarlo.
Pero a lo que íbamos. Fue Sanjurjo íntimo amigo del ex socio sevillista, y legendario Presidente del Betis Ignacio Sánchez Mejías. No es casualidad que la expedición verdiblanca que se plantó en casa del torero con la propuesta de que aceptara la presidencia del club bético estuviera encabezada por Adolfo Cuéllar, abogado de la ultraderecha sevillana del momento, con profundas conexiones con el ejército y los futuros sublevados. Cuéllar y Queipo, de un lado, Sánchez Mejías y Sanjurjo, de otro, formaban parejas afines con un claro nexo común, además del ideológico o político, su beticismo.
La amistad de Sanjurjo con Sánchez Mejías es una historia de lealtades ciegas. Tras su intento fallido de golpe de Estado, Sanjurjo fue juzgado, considerado un criminal y condenado a muerte, aunque le fuera conmutada la pena por la de prisión, beneficiándose posteriormente de una Ley de Amnistía republicana. Así, a finales de abril de 1934, sólo dos años después de su crimen, fue puesto en libertad. Cumplía condena en Cádiz, en el castillo de Santa Catalina. Allí fueron a recogerle, en un coche que le había cedido al efecto la condesa de Garvey, su ayudante, Emilio Esteban-Infantes, el periodista Corrochano y el torero Ignacio Sánchez Mejías. En otro vehículo viajaba la familia de Sanjurjo. Los automóviles partieron en dirección a Gibraltar, desde donde embarcaría en un vapor a su exilio en Estoril, lugar desde el que colaboró activamente en la sublevación del 36.
Como vemos, entre los amigos imperturbables del general, que acudieron incluso a despedirlo a la frontera, estaba D. Ignacio, ahí lo tienen.
Unos años antes, en el verano de 1928, recién designado Presidente del Real Betis Balompié, Ignacio Sánchez Mejías mandó a su primer equipo a jugar un partido a Melilla. Como vemos, la excursión verdiblanca tuvo una muy curiosa agenda.
El Sol, 12 de agosto de 1928
De esta aventura, si les interesa, pueden encontrar más detalles aquí, “El Real Betis, una curiosa historia con Melilla”, donde se afirma textualmente:
“La presencia en nuestra ciudad del Betis, entonces en Segunda División, se debió sin ninguna duda a la gran amistad que unía a dos personajes singulares de una gran valía personal, que han pasado por derecho propio a los anales de la Historia de España. Nos referimos a Ignacio Sánchez Mejías y José Sanjurjo Sacanell.
Del laureado General Sanjurjo, socio del Betis, dos veces Comandante General de Melilla, entre los años 1921-1922 y 1924-1925, y que en este momento ostentaba el cargo de Alto Comisario, diremos que era un hombre que amaba esta tierra y que siempre que pudo la benefició. Se desplazó desde Ceuta en hidroavión para presenciar el partido acompañado de otro ilustre militar, el también laureado Teniente Coronel Varela. Sanjurjo falleció trágicamente en accidente de aviación al comienzo de la Guerra Civil cuando se desplazaba desde Portugal a España para incorporase a las filas nacionales.
Sánchez Mejías, presidente del Betis, fue un gran torero, actor, dramaturgo, vinculado a la generación del 27. Había accedido a la presidencia del equipo sevillano unos meses antes de esta visita a Melilla, elegido por unanimidad, y aunque no era un hombre de fútbol, se supo rodear de buenos asesores y le dio al Betis un impulso que le conduciría a la Primera División del fútbol español en 1932, siendo el primer equipo andaluz en alcanzar esta categoría.
En 1934, ya abandonada la presidencia del Betis y habiendo regresado a los ruedos, falleció víctima de una cornada en la plaza de toros de Manzanares. Este hecho inspiró al gran Federico García Lorca su magnífico poema “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”. Una calle en la feria de Sevilla recuerda permanentemente su nombre.
En definitiva, dos grandes amigos unidos por la pasión verdiblanca, la aventura, el riesgo, el valor, la tragedia y dicen las malas lenguas que … también las mujeres.”
Sanjurjo debió quedar enamorado del glorioso Real Betis Balompié, debió causarle honda impresión tanto por sus ideales románticos, como por su decidido afán de protección de las masas obreras y proletarias, de los más humildes, de los campesinos sin tierra, esos a los que Sanjurjo respetaba tanto y a los que consagró su carrera y su vida, porque tras aquel partido, sucedió esto, que no se explica de otra manera:
El Imparcial, 18 de agosto de 1928
“El general Sanjurjo, íntimo amigo de Sánchez Mejías, ha telegrafiado a éste rogándole le inscriba como socio del Betis …”
No contamos con las listas de socios béticos de la época, ya saben lo que dicen algunos, que la documentación oficial del club fue deliberadamente destruida en las primeras horas del alzamiento por un proyectil programado específicamente para hacer pinball con media Sevilla antes de colarse por la ventana de la Secretaría verdiblanca, porque esa era, sin duda, la prioridad número uno de los contendientes el 18 de julio de 1936, prejudicar al Real Betis, así que, lo sentimos, no podemos traerles un papel oficial de la época que corrobore esa inscripción.
En fin, que seguimos completando la lista, y que no es una lista cualquiera. Tomen güena nota:
Queipo, Cuesta, Bohórquez, Alarcón de la Lastra, Sáenz de Buruaga, Castejón, Luengo, Laulhé, Coca de la Piñera, Del Castillo, Hermosa, Cuéllar, Maroto, Doménech, muchos más y ahora, además, Sanjurjo. Todos ellos, absolutamente, todos, BÉTICOS.
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