Estoy hablando de Sant’Andrea delle Fratte que se encuentra en el camino entre la Fontana di Trevi y la Piazza di Spagna, concretamente en la Via que lleva el mismo nombre.Esta iglesia tiene muchos puntos interesantes por descubrir, el primero es su nombre, ya que la palabra “fratte” significa “arboleda o bosque”.
Cuando la iglesia fue construida en sus inicios, allá por el siglo XII, todo este lugar era una zona más bien boscosa situado en las afueras de Roma. Su nombre en latín original era Santus Andreas in Fortis. La construcción de la actual iglesia empezó alrededor de 1604, el proyecto estaba a cargo de Gaspare Guerra, pero las obras fueron sufriendo diversos parones debido a la falta de dinero.
Hasta que Paolo del Bufalo se convirtió en su benefactor, pues era vecino del barrio. Los trabajos iban muy lentos aunque lograron finalizarse en 1691, a pesar de que fueron muchos los arquitectos que estuvieron implicados en su construcción. Uno de ellos fue Borromini, que participó en su construcción desde el 1653 hasta el mismo año de su muerte, en 1667. Borromini se encargo del ábside, el campanile y el tambor de la cúpula, que si se ven desde lo alto forman la clásica cruz de Sant’ Andrea.
Pero la mala suerte hizo que no pudiese completarse el conjunto, ya que debía ir revestido en mármol en lugar de los ladrillos que contemplamos en la actualidad. Tal y como está hecha la parte superior del campanile, en mármol blanco.
Las decoraciones del campanario se refieren a San Andrés, pero si se mira detenidamente nos daremos cuenta de que hay unas cabezas de búfalo por ahí en medio, en honor al promotor de la obra, Paolo del Búfalo.Como la iglesia está encajada entre edificios, el campanario es imposible de ver desde la parte delantera de la iglesia, para poder contemplarlo se debe andar hasta el final de la Via di Capo le Case, la calle que se encuentra a la izquierda según estamos en frente de la iglesia.
Cada vez que suenan las campanas de la iglesia, parece que el campanario esté oscilando, por ese motivo los romanos lo apodan “Il ballerino” (el bailarín).Cuando se entra en la iglesia se puede ver la Capilla de la Virgen del Milagro, según se cuenta el 20 de enero de 1842, Alfonso de Ratisbonna entró en la iglesia para contemplar extasiado la arquitectura de Borromini, pero lo que le dejó más que perplejo fue la visión de una bella mujer que se le apareció sonriendo y lo invitó a que se arrodillara y rezara, teniendo en cuenta que era de confesión judía, no dudó en seguir las indicaciones de la aparición pues según dicen era la Virgen Maria, pero en cuanto lo hizo ésta desapareció. Debido a esta experiencia Ratisbonna se convirtió al catolicismo siendo bautizado dos semanas después.Milagros y visiones a parte, tal vez las obras de arte más famosas dentro de esta iglesia son dos ángeles de mármol, esculpidos por el mismo Gian Lorenzo Bernini. Que había sido contratado para decorar con estatuas de ángeles el puente que cruza el Tiber frente al Castel Sant’ Angelo. Cada uno de los diez ángeles que se ven en el puente en la actualidad simbolizan la pasión de Cristo.
Todas las estatuas que hay en el puente son copias realizadas por diferentes artistas que pertenecían a la escuela de Bernini. El propio maestro sólo talló dos ángeles uno sostiene la corona de espinas y el otro sostiene una placa en la que se lee INRI.
Estos dos originales se encuentran en la Iglesia de Sant’ Andrea del Fratte, y la historia del porqué se encuentran en ella es la siguiente. El papa Clemente IX Rospigliosi, decidió que las dos estatuas que había tallado el mismo Bernini eran demasiado valiosas para dejarlas en la intemperie, sufriendo todo tipo de inclemencias o actos vandálicos, así que decidió que un buen lugar para colocarlos sería en el Palazzo Rospigliosi, en su palacio, para más tarde llevárselos a su ciudad natal, Pistoia.Pero las estatuas no se marcharon de la ciudad tras la muerte del Papa, tal vez la familia temiera la ira de los romanos si decidían llevárselas a Pistoia, así que permanecieron en el palacio hasta que un sobrino de Bernini los reclamó para donarlos a la iglesia de Sant’ Andrea del Fratte en 1729. Allí se han quedado, custodiando el altar mayor.
Hay otra escultura que llama mucho la atención en esta iglesia, se trata del “Éxtasis de Santa Anna” obra de G.B. Maini un homenaje a otra escultura que se encuentra en la Iglesia de San Francesco a Ripa, "Éxtasis de la Beata Ludovica Albertoni". La verdad es que es preciosa la encontraremos en la capilla de Santa Ana, bajo el altar.Otro punto de interés lo encontramos a mitad del lado derecho de la iglesia, en este punto se accede a un claustro cuadrangular que alberga un bonito y relajado jardín. Está rodeado de un porche que se sostiene mediante columnas, bajo los arcos de dicho porche se encuentran los frescos que narran la vida y obra de San Francisco de Paula.
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Dejaremos atrás esta iglesia para dirigirnos a la Piazza Barberini. Esta plaza ocupa el área de lo que era el antiguo circo di Flora, donde se llevaban a cabo los juegos florales que se solían celebrar en mayo, cuando la primavera florecía. Durante el siglo XVI se empezaron a construir casas y jardines a su alrededor. Ahora la plaza lleva el nombre del Palazzo Barberini, que se encuentra en la misma plaza y es un centro neurálgico para la ciudad. Y en su centro tenemos la hermosa fuente del Tritón, de Gian Lorenzo Bernini.
El edificio en sí está considerado como uno de los principales ejemplos de la arquitectura patricia romana y del genio arquitectónico y decorativo del barroco italiano. Para conseguir el esplendor del palacio, sus dueños contaron con trabajadores como Bernini y Borromini, aunque el proyecto original se atribuye al tío de Borromini, Carlo Maderno, quien no pudo ver su obra terminada pues murió tan sólo un año después de haber empezado las obras.
El palacio fue construido para celebrar que un miembro de la ilustre familia Barberini, Maffeo Barberini, se había alzado con el trono de San Pedro, convirtiéndose en Urbano VIII. El palacio es una manera de reflejar el nivel de vida que mantenía la nobleza del siglo XVII.
Escalera Oval de Borromini.
El interior del edificio tiene estancias maravillosas como la sala decorada por Da Cortona, la escalinata cuadrada de Bernini, a la que se accede desde la entrada del ala izquierda, o la escalinata oval, ésta, obra de Borromini, se encuentra en el ala derecha. Arquitectónicamente hablando lo que más destaca es el magnífico techo de Pietro Da Cortona, con el fresco "Triunfo de la Divina Providencia", que alude a la gloria temporal y espiritual de la familia Barberini.Si el edificio en sí ya podríamos considerarlo un museo, imaginad todas las obras que contiene, en el encontraréis dos obras del Greco, de Caravaggio, de Filippo Lippi, Tintoretto, Tiziano, Reni, Domenichino, Guercino, Bernini, Poussin, Gaulli, Maratta, Guido Reni... Incluso el conocido retrato de "Enrique VIII" de Hans Holbein el Joven, o el de "Erasmo de Rotterdam", pintado por Quentin Metsys. También encontraremos obras de artistas franceses como Boilly, Boucher, Fragonard, Greuze, Lancret y Schall.
La entrada al museo se realiza por la Via delle Quattro Fontane, 13, justo en la esquina, para comprar las entradas hay que bajar al piso inferior.
Si por aquellas casualidades no os apetece entrar en el Palazzo Barberini, otra opción es pasearse por la plaza y contemplar la Fontana del Tritone, la pieza central de la Plaza Barberini. Construida en 1643, por Bernini, podemos contemplar como un tritón se encuentra sentado sobre una concha que está sostenida en equilibrio por cuatro delfines, el agua va manando desde otra concha. Está echa de travertino, en lugar del mármol clásico, y fue la primera fuente que hizo Bernini. Si queréis saber quien corrió con los gastos de la fuente tan sólo hay que fijarse en los símbolos heráldicos del Papa Urbano VIII, que se encuentran claramente visibles en ella y que son las abejas.
En la antigüedad esta famosa calle era una zona residencial en la que los poderosos tenían sus magníficas villas. Hoy en día ya no queda ninguna de ellas, ni tampoco los jardines que las rodeaban. Los más famosos jardines eran los Horti Sallustiani, los jardines que rodeaban la casa de Salustio, un general y erudito romano de la época de Julio César. Cuando allá por el siglo V y VI d. C. los bárbaros se paseaban por la zona los romanos decidieron que la zona ya no era lo suficientemente segura y se marcharon a otras zonas más céntricas de la ciudad. Esta zona se convirtió en un suburbio de Roma, hasta que en el siglo XVII la Villa Ludovisi ocupa la zona, con la consecuente revalorización y especulación del suelo a lo largo de los años. A principios del siglo XX, la Vía Veneto, se había convertido en uno de los lugares más elegantes de la ciudad, en ella estaban los mejores hoteles y restaurantes. A mediados de siglo se convirtió en el centro de la "dolce vita" romana, y fue reflejada en películas del momento como "La Dolce Vita" de Federico Fellini. Por el Harry's Bar, el Doney's o el Café de París se dejaban caer noche tras noche Sofía Loren, Gina Lollobrigida, Vittorio de Sica, Roberto Rossellini, Ingrid Bergman, Liz Taylor acompañada de Richard Burton, Burt Lancaster... era una manera de dejarse ver y ser visto.
La Vía Veneto acaba en la Porta Pinciana, una salida fortificada contruida en la Mura Aureliane en el año 403 d. C., y que conduce a la Villa Borghese. Pero de la Villa, sus jardines y la galería hablaremos más adelante.