Sant jordi

Publicado el 24 abril 2010 por Anarod
Empiezo por confesar que mis relaciones con la célebre jornada de ayer (que ondula entre lo étnico, lo folklórico, lo cultural y lo crematístico) son... difíciles, llevándome del arrebato furioso a la resignación.
Cuando mis hijos eran críos, cumplía con mis obligaciones. Como estudiaban en el Colegio Alemán, donde la jornada educativa acaba al mediodía, salíamos con ellos a ver el espectáculo a primera hora de la tarde, después de comer .
Pasó el tiempo. Hubo años en que por ce o por be... el 23 de abril yo no estaba en BCN.
Este año sí estoy.
Pero mis hijos han crecido y... en lo tocante a lecturas, se limitan a pasarme los tickets de compra (porque los tengo bien avisados: no por desconfiar de ellos -de sus gastos- sino por... Hacienda).
Aún así, siempre intento sorprenderlos con una lectura (sobre todo en los paquetes navideños, que preparo con más tiempo).

Pero hoy... (quiero decir ayer).
Salí de casa a las 11:00 para ir al Gimnasio y a los cinco metros un joven me ofrecía dos croissants y una rosa por cinco euros. (A las ocho de la tarde, cuando regresé con Martin de mi periplo urbano, aún tenía algunas ensaimadas y muchas rosas). Omito contaros todo lo que me encontré en el trayecto (digamos que dos manzanas en L), y que fue lo que, por la tarde me animó a salir y ver...
Bien, pese a todo, volví del Gimnasio con energía, y me dejé contagiar por el ambiente o...
Es el primer año que las novias de mis hijos viven el Sant Jordi y volví a sentir la necesidad de cumplir con el rito.
No les compraría rosas a ellas (por muy merecidas que las tengan) pero sí los libros y bla bla bla...
Tenía que comprar tabaco y pan y El País y un par de lechugas, así que... bajé decidida a ver lo que me ofrecían las librerías de mi calle (descontando las de lance, que son espléndidas, pero que no era el caso)
Para Adrián, enseguida vi un libro que quizás, quizás, quizás...
Él es un extraordinario corredor que este año apenas camina, agobiado por las obligaciones de su 4º curso de Ingeniería Industrial más un proyecto de investigación -la construcción de un coche- que incluso le impedirá disfrutar del verano en Asturias porque habrán de presentarlo en Alemania a principios de agosto y.... Como yo sé muy bien lo que para alguien (digamos un deportista "natural") significa la renuncia o la imposibilidad (durante años no hice más deporte que..., de vez en cuando, calzarme las zapas y correr sobre el asfalto de la avenida de Roma sin remodelar... así que ahora voy a diario al Gimnasio, aunque sólo sea para ducharme), le compré el libro de Haruki Murakami: De qué hablo cuando hablo de correr (Tusquets).

Solucionado esto, ya con Nico lo tenía más fácil, no sólo porque es un picaflores sino porque llevaba un par de semanas amenazándome con que "un día de estos tengo que comprarme el Código Civil", lo que me dejaba impasible aunque a la espera... Y dado que a día de ayer aún no me había pasado la factura... Pero encontré un libro que creí que podría gustarle, ya que es muy aficcionada a la cocina y bastante sibarita en todo.

No leí su anterior novela, pero sí me gustó la versión cinematográfica, "La elegancia del erizo".
Y me quedaba mi querido Martin.
¡Ay amigos!
Cuando vi aquella portada, del exquisito sello BarriLyBarral, casi salté de alegría:

¡Qué gran subtítulo para encarar el porvenir!:
"Cualquier tiempo pasado fue mejor"
Un compendio de Lucien Jephagnon, que se sumerge en la lectura de casi treinta siglos y bucea en una casi tradición de recelo hacia los tiempos venideros.
P.S. ¡Cuidadito, cuidadito!
Que ayer, al regresar del paseo abrileño y estirarme en el sofá y poner las noticias (en TVE1),
el gran Pep Guardiola, a la pregunta "Qué libro le regalaron?" contestó,. Elogio del pesimismo. Y esbozó una sonrisa.