A pesar del documento del 1005, donde la vizcondesa creó el monasterio de Sant Pere, no es hasta el año 1010 que se encuentra mencionado un primer abad de la casa: Eicfred. En los años siguientes la abadía se convirtió en un lugar de cierta importancia, tal como lo demuestra la documentación existente. Del mismo modo el lugar fue beneficiario de otras donaciones, especialmente de la vizcondesa Engúncia, nuera de la fundadora. El vizcondado de Osona fue receptivo a la reforma cluniacense y en el año 1079 Ramon Folc I de Cardona hizo donación del monasterio a Cluny. Esta abadía de la Borgoña reunió un importante conjunto de posesiones alrededor de Sant Pere de Casserres, bienes que se extendían en un amplio espacio geográfico.
Tenía entonces un prior, diez o doce monjes, cuatro o cinco sacerdotes beneficiados y diversos sirvientes y donados. Lo protegían y se hacían enterrar aquí muchas casas nobles de la región, como los Savassona, los Tavertet o los castellanos de Cabrera. Durante el siglo XIV comenzó su decadencia: las dificultades económicas, la peste negra y el establecimiento de un régimen comendatario (1376), dejó muy tocada la casa tanto en la vertiente económica como en el estado físico de los edificios. Ya en el siglo XV sufrió los efectos de la situación política del país, además de los derivados de varios terremotos entre los años 1425 y 1448. El priorato de Casserres se mantuvo durante el siglo XVI, aunque muy posiblemente ya no tenía comunidad. Debido a la pésima situación del establecimiento, en 1573 los jesuitas de Betlem de Barcelona se hicieron cargo del monasterio y de sus posesiones, propiedad que mantuvieron hasta el 1767, cuando pasó a la corona y fue vendido a particulares (1773). Durante el siglo XX se valoró la importancia histórica del lugar y varias iniciativas condujeron a su protección, paso a propiedad pública y restauración. (Información extraída de www.monestirs.cat).
Ubicación geográfica
Visita: 12/04/2014