Sofocada por un "caloret" incontenible, la inefable alcaldesa de Valencia, intenta rebajar con antitérmicos la abrasadora cercanía de la imputación (o investigación). Escaldada por la escalforeta, aguanta desde su aforamiento la ola abrasadora de la sospecha, casi certeza, de su estado de descomposición putrefacto: es decir corrupto.
Nuestra entrañable alcaldesa no parece estar agobiada por la culpa. Su ardor, su "caloret", está producido por el escozor del pus en la llaga de la corrupción más que por el inexistente rubor de la vergüenza.
Rita Barberá, o mejor Barbera; la que con la afilada navaja de las declaraciones amenaza veladamente con tirar de la manta y dejar en cueros la corrupción desnuda del PP valenciano. ¿De qué queréis que de explicaciones? se atreve a wassapear a sus compañeros. O quizás se decida a mandarles a su cuñado que les correrá a bofetadas a la mínima... ¡Cuidado con lo que decís -amenaza a sus antiguos colaboradores y los aludidos parecen sobreentender que al que "se chive" le empapelará con los recibos guardados! (en la más pura escuela Bárcenas). Acordaos de lo que hemos recibido -les advierte-: no penséis que se va a devolver...
Santa Rita Barberá:"Lo que se quita no se da"