Mientras que Cartagena está por vía aérea a unas tres horas (incluyendo una hora para llegar al aeropuerto y al menos una hora de espera), pero a una distancia lineal de 652 kilómetros, Barichara, a solo 243 kilómetros de distancia lineal (que se convierte en 334 de ruta de carretera), está a unas 6 ó 7 horas sin contratiempos extras.
Al sur de Santander le hace mucha falta un aeropuerto para que ese triángulo de oro de Barichara, San Gil y Socorro (más sus municipios vecinos que pueden ser otros 40) tengan una conectividad con el resto del país. Eso se ha diagnosticado varias veces y se ha dicho que está a “a un cacho” de ser una realidad con el aeropuerto Los Pozos, en San Gil.
El caso es que ese “cacho” se ve lejano porque ha faltado voluntad política para conseguir los aportes y terminar así el terminal para pasajeros.
No obstante hace falta la operación permanente porque la demanda está. Muchas personas tomarían vuelos entre Bogotá y San Gil para poder ir a cualquiera de estos municipios en un fin de semana y evitarse las cada vez más sinuosas y agujereadas vías.
Esa semana viajé desde Socorro a Bogotá y me sorprendió la cantidad y magnitud de nuevos huecos y otros ya más ‘veteranos’ sobre la vía nacional que lo que hacen es que cada vez más Santander quede aislado del resto del país. Ya de por sí, las vías secundarias son un desastre que hacen que municipios a menos de 50 kilómetros del corredor nacional sufran el exilio del desarrollo.
¿Qué se necesita para que en Presidencia, Planeación Nacional e Invías entiendan que este departamento con la cuarta economía del país necesita una conectividad vial, aérea y digital en condiciones de agregar competitividad a su aporte nacional? Me resisto a creer que la única solución sea tener un presidente de la región.
Nota: Columna publicada originalmente el 23 de septiembre de 2021 en vanguardia.com