Santander: la última corrida de Manolete, antes de Linares

Por Dapalo

Fue el 26 de agosto de 1947, en Santander, en la corrida local de la Beneficencia, toreando con Juanito Belmonte y el Raúl Ochoa Rovira, con toros de Rogelio Miguel del Corral, una ganadería de procedencia Saltillo y Vega Hermosa, que se había formado en 1935 y que, con diversas transformaciones, llega a nuestros días en el hierro de Peñajara.Si nos fiamos de la escueta reseña que distribuyó la agencia Efe -que entonces firmaba como "Agencia Cifra"-, aquella tarde Manolete " toreó confiado y tranquilo, oyendo oles y música", dando la vuelta al ruedo en su primero y recibió una gran ovación en el quinto. En el que cerró plaza recibió el brindis de su compañero Rovira.Según se narra en ´100 años de toros en Santander´, de Pablo Morillas, los toros salmantinos fueron ´ modélicos´ en mansedumbre. Belmonte se limitó a cumplir sin poner gran cosa de su parte, en el primer toro, y anduvo algo más entonado en el cuarto. Manolete expuso mucho para ligar faena a su primer toro, escuchando la música y las ovaciones, y mató pronto, dando la vuelta al ruedo. En el quinto volvió a pisar terrenos de compromiso para poderle al manso y el público supo valorar la entrega del diestro que mató de una buena estocada y un descabello. El debutante Rovira estuvo breve y no muy sobrado de recursos en el tercero y en el que cerró plaza puso más entrega y logró algunos muletazos de buen ver, manejando con soltura el acero. Fue despedido con aplausos.En Santander ya había toreado Manolete en esta temporada la tarde del 6 de agosto, con Gitanillo de Triana y Pepín Martín Vázquez, que obtuvo por cierto un gran triunfo. Y perdió de actuar la tarde del 3 de agosto, como consecuencia de la cornada que había sufrido en Madrid, en la Corrida de la Beneficencia celebrada el 16 de junio, que le mantuvo inactivo hasta el 4 de agosto.Si hacemos caso a lo que contaba Clarito en sus Memorias, Manolete ya se sentía incómodo y en más de una ocasión en aquellos días había repetido, refiriéndose al traje de luces, " estoy por no ponérmelo más ". Una de las cosas que más le habría contrariado fue el poco público que había ido a la plaza en Toledo el 17 de agosto. De allí pasó a Gijón, el día 24, y luego a Santander.En estas fechas, algunos días los debió pasar en San Sebastián, donde veraneaba su madre. Para Linares emprendió viaje en coche desde Madrid en la tarde del día 27, a la que iba a ser su corrida número 501 y su toro 1004, el último, que se llamaba "Islero".

100 AÑOS DE TOROS EN SANTANDER. II volúmenes.Pablo Morillas y Felipe Fragua PandoEdición de Antonio Martínez Cerezo.