Los españoles vuelven a tener los santos y los héroes perdidos desde el Siglo de Oro y que no reaparecían porque el país estaba sometido al materialismo capitalista.
Regresa el legendario espíritu misionero español, pero no religioso, sino ideológico y progresista.
Reta al Gobierno conservador por haber retirado a doce cooperantes de los campamentos saharauis en Argelia alegando que iban a ser secuestrados inmediatamente por islamistas.
En revancha, una falange de veinte heroicos voluntarios, entre los que, qué raro, no está Willy Toledo, promete irse a Tinduf para cooperar con al Frente Polisario.
No temen los secuestros de los fanáticos islamistas, ni a la guerra que viene desde el sur del Sahara hacia el Mediterráneo destruyendo lo impío.
Ahí van los héroes españoles. Con el ardor que guiaba a los misioneros en América y Filipinas, aunque estos no marchan en nombre de Dios ni buscan la gloria celestial: sólo quieren ser humanitarios y solidarios con los saharauis, aun sabiendo que entre estos también hay islamistas y secuestradores.
Como eran los que se llevaron de Tinduf a dos cooperantes por los que el Gobierno pagó hace dos semanas un rescate de entre cuatro y diez millones de euros, además de instigar la liberación de tres terroristas islamistas.
Eterna España: arrojo al exponerse por una noble causa, y lección al Gobierno, al que estos héroes retan al irse a la boca del lobo.
Quieren inmolarse, como los terroristas suicidas. Entregan su cuerpo y vida a una yihad secular.
Debemos aplaudirlos y no defraudarlos: ni un céntimo de nuestros impuestos para rescatarlos si los secuestran.
Que vayan con la seguridad de que no pagaremos por ellos. Dejémosles soñar con el martirio.
Nosotros, los descreídos, alabemos a estos santos laicos. ¡Qué lección nos dan a los materialistas!
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SALAS